domingo, 30 de septiembre de 2012

Declaración de vida

Encontré este hermosísimo texto y lo publico hoy pidiendo especialmente a todos mis lectores que lo lean atentamente y capten todo su contenido. Rara vez hago este tipo de solicitud pero les garantizo que esta vez el texto lo merece.

Cuanta sabiduría, cuanta enseñanza, cuanta grandeza encierran las palabras de Chamalú:

Me declaro vivo (Chamalú-Indio Quechua)

Saboreo cada acto.
Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí,
entonces me portaba como los demás querían
y mi conciencia me censuraba.

Menos mal que a pesar de mi esforzada
buena educación siempre había alguien difamándome.
¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó
que la vida no es un escenario!

Desde entonces me atreví a ser como soy.
He viajado por todo el mundo, tengo amigos de todas las religiones;
conozco gente extraña:
católicos, religiosos pecando y asistiendo a misa puntualmente,
pregonando lo que no son,
personas que devoran al prójimo con su lengua e intolerancia,
médicos que están peor que sus pacientes,
gente millonaria pero infeliz,
seres que se pasan el día quejándose,
que se reúnen con familia o amigos
los domingos para quejarse por turnos,
gente que ha hecho de la estupidez su manera de vivir.

El árbol anciano me enseñó
que todos somos lo mismo.
La montaña es mi punto de referencia:
ser invulnerable, que cada uno diga lo que quiera,
yo sigo caminando indetenible.

Soy guerrero:
mi espada es el amor, mi escudo el humor,
mi hogar la coherencia, mi texto la libertad.

Si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme,
no hice de la cordura mi opción.
Prefiero la imaginación a lo indio,
es decir inocencia incluida.

Quizás solamente teníamos que ser humanos.
El que tú no veas los átomos,
no significa que no existan.

Por eso es muy importante que sea el Amor
lo único que inspire tus actos.
Sin Amor nada tiene sentido, sin Amor estamos perdidos,
sin Amor corremos el riesgo de estar de nuevo
transitando de espaldas a la luz.

En realidad, sólo hablo
para recordarte la importancia del silencio.

Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra
detrás de las palabras; no soy un sabio,
sólo un enamorado de la vida.

El silencio es la clave,
la simplicidad es la puerta
que deja fuera a los imbéciles.

La gente feliz no es rentable,
con lucidez no hay necesidades innecesarias.
No es suficiente querer despertar, sino despertar.
La mejor forma de despertar es hacerlo
sin preocuparse porque nuestros actos
incomoden a quienes duermen al lado.
Recuerda que el deseo de hacerlo bien será una interferencia.

Es más importante amar lo que hacemos
La meta no existe, el camino y la meta son lo mismo.
No tenemos que correr hacia ninguna parte,
sólo saber dar cada paso plenamente.

No, no te resistas, ríndete a la vida.
Quien acepta lo que es
y se habilita para hacer lo que puede,
encarna las utopías
y lo imposible se pone a disposición.

La mejor manera de ser feliz es: ‘ser feliz’.
Reconstruye tu raíz y saborea la vida.
Somos como peces de mares profundos,
si salimos a la superficie reventamos.

La frivolidad y la intrascendencia
condenan la vida a la muerte.

Cuando somos más grandes que lo que hacemos,
nada puede desequilibrarnos.
Pero cuando permitimos que las cosas sean más grandes
que nosotros, nuestro desequilibrio está garantizado.

El corazón está en emergencia por falta de amor.
Hay que volver a conquistar la vida,
enamorarnos otra vez de ella.

Nuestro potencial interior aflora espontáneamente
cuando nos dejamos en paz.
Quizá sólo seamos agua fluyendo;
el camino nos lo tenemos que hacer nosotros.

Más no permitas que el cauce esclavice al río,
no sea que en vez de un camino tengas una cárcel.

La infelicidad no es un problema técnico,
es el resultado de haber tomado el camino equivocado.

Amo mi locura que me vacuna contra la estupidez.
Amo el amor que me inmuniza ante la infelicidad
que pulula por doquier, infectando almas
y atrofiando corazones.

El amor es, a nivel sutil,
la esencia de nuestra instancia inmunológica.
La gente está tan acostumbrada a complicarse,
que rechaza de antemano la simplicidad.

La gente está tan acostumbrada a ser infeliz,
que la sensación de felicidad les resulta sospechosa.

La gente está tan reprimida, que la espontánea ternura
le incomoda y el amor le inspira desconfianza.

Hay cosas que son muy razonables, objetivas y… apestan.

Ya no podemos perder el tiempo
en seguir aprendiendo técnicas espirituales
cuando aún estamos vacíos de amor.

Quienes no están preparados para escuchar
tienen la recompensa de no enterarse de nada.

Disfruta de lo que tienes, recibe lo que venga,
crea e inventa lo que necesites, haz sólo lo que puedas,
y fundamentalmente celebra lo que tengas.

La vida es un canto a la belleza,
una convocatoria a la transparencia.

Cuando esto lo descubras desde la vivencia,
el viento volverá a ser tu amigo,
el árbol se tornará en maestro
y el amanecer en ritual.

La noche se vestirá de colores,
las estrellas hablarán el idioma del corazón
y el espíritu de la tierra reposará otra vez tranquilo.

¡Me declaro vivo!

JEAC.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Las manos abiertas




Un día un chico de trece años paseaba por la playa con su madre.

Hubo un momento en que la miró con insistencia y le preguntó:

- Mamá, ¿qué puedo hacer para conservar un amigo que he tenido mucha suerte de encontrar?

La madre pensó unos momentos, se inclinó y recogió arena con sus dos manos. Con las dos palmas abiertas hacia arriba, apretó una de ellas con fuerza. La arena se escapó entre los dedos. Y cuanto más apretaba el puño, más arena se escapaba. En cambio, la otra mano permanecía bien abierta: allí se quedó intacta la arena que había recogido.

El chico observó maravillado el ejemplo de la madre entendiendo que, sólo con abertura y libertad, se puede mantener una amistad, y que el hecho de intentar retenerla o encerrarla, significaba perderla. 

Autor desconocido.

JEAC.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Me caí del mundo y no sé como se entra

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco..

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.. Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales. ¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables! ¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez! ¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos! Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida! ¡Es más! ¡Se compraban para la vida de los que venían después! La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, vajillas y hasta palanganas de loza. Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de refrigerador tres veces.

¡¡Nos están fastidiando! ! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica. ¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de los tenis Nike? ¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando colchones casa por casa? ¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista? ¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros? Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad. El que tenga menos de 30 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el que recogía la basura!! ¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años! Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII) No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan. Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor.. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y bote que ya se viene el modelo nuevo'.Hay que cambiar el auto cada 3 años como máximo, porque si no, eres un arruinado. Así el coche que tengas esté en buen estado . Y hay que vivir endeudado eternamente para pagar el nuevo!!!! Pero por Dios.

Mi cabeza no resiste tanto.
Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real. Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo. Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no.. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?
En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos.. . ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las tapas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras radios pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para pone r en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!! Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los goteros de las medicinas por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'. Los cajones guardaban pedazos izquierdos de pinzas de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en una pinza completa.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!! Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables. Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo, pegatina en el cabello y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.

Eduardo Galeano.

JEAC.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Feliz primavera


En Primavera se serena el alma….

Cuenta tu jardín por las flores,
no por las hojas caídas...

Cuenta tus días por las horas doradas,
no por las penas vividas...

Cuenta tus noches por las estrellas del cielo,
no por las sombras habidas...

Cuenta tu vida por sonrisas,
no por los llantos derramados...

Cuenta tu edad por amigos,
no por los años pasados...

Así, de forma tan simple...de verdad habrás vivido...

Autor desconocido.

JEAC.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Celular...mal actual


"Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad".
(Albert Einstein).

Vemos un collage de fotos donde antes existía comunicación e intercambio de ideas, charlas amenas e intercambio de anécdotas. Hoy todo esto se ha convertido en un mundo aparte, en lugar de disfrutar con los amigos, estos jóvenes están embobados con sus celulares ya sea escribiendo y recibiendo mensajes o simplemente jugando el último “game” de sus costosos celulares. 

REFLEXION : El mundo que contemplamos es una conformación de imágenes e ideas en nuestras mentes un panorama particular para cada uno que contiene las informaciones y las percepciones a las que hemos dado atributos de realidad.
Experimentando con nuestras personalidades precarias, muchas veces tendemos a desechar los aprendizajes que nos ayudan a construir y a integrarnos al movimiento y a las relaciones de la vida, mientras albergamos tradiciones e interpretaciones destructivas y disociadoras que no nos son útiles -el temor, la incertidumbre, los juicios condenatorios y las creencias discriminatorias...-, que nos confunden y distorsionan nuestras relaciones.
Todo eso nos detiene, nos estanca, en eventos y relaciones ya cumplidas que debemos liberar y dejar en la niebla de lo realizado. Cuando cambiamos nuestra mentalidad, las conformaciones de la vida cambian para nosotros.
Podemos ser neuróticos y hostiles guardianes de museos o de panteones, o podemos ser asombrados y regocijados actores y espectadores de lo que ocurre en los paisajes y escenarios en que debutamos a diario.

Hugo Betancur (Colombia)
 
Tomado del blog de Hugo Betancur.

JEAC.

viernes, 14 de septiembre de 2012

El psiquiatra y el barman


Desde que era chiquito siempre tenía miedo de irme a acostar porque creía que había alguien debajo de mi cama. Cansado de esto un día fui a ver a un psiquiatra y le expliqué:

'Tengo problemas. Cada vez que voy a acostarme creo que hay alguien debajo de mi cama. Tengo miedo. ¿Me estaré volviendo loco?"
"Déjame eso a mi y en doce meses te curo" me dijo el siquiatra. "Ven a verme tres veces a la semana y te curaré todos esos miedos"
'¿Y cuánto me cobra doctor?" pregunté.
"Barato. Ochenta euros la visita" contestó el doctor.
'Bueno, un poco caro pero si me cura, vale la pena" dije.
 
Seis meses después, me encontré con el doctor en el cine.
"Ey! Usted dejo de venir a mi consulta después de la tercera vez. ¿Por qué no regresó?" me preguntó.
"Bueno, doctor, ochenta euros por consulta tres veces a la semana por doce meses es bastante dinero! Encontré un camarero en el bar que me curo en una sola sesión por diez euros Estaba tan contento con el dinero que ahorré, que saqué un coche nuevo!"
"No me diga" dijo el psiquiatra algo molesto. "¿Y se puede saber como un barman que solo sabe servir tragos lo curó por diez euros?"
"¡Me dijo que cortara las patas de la cama! ¡Ahora ya no puede haber nadie ahí abajo!"

Olvídense de los psiquiatras….¡Tómense un trago y hablen con el barman!!!!!

Autor desconocido.

JEAC.

martes, 11 de septiembre de 2012

La vaquita

Cuenta una historia de la India, que un maestro paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿Cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí? el señor calmadamente respondió:
-Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros alimentos en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, manteca, y otros productos para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo.
El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino, volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó: busque la vaquita, y tráigala. Vamos a llevárnosla.
El joven miró al maestro con estupor y le cuestionó el hecho, porque la vaquita era el único medio de subsistencia de esa familia. Más como percibió el silencio absoluto del maestro, cumplió presuroso la orden.
Durante años, el discípulo jamás supo el destino que el Maestro dio a la vaquita.

Un día, el joven resolvió dejar a su maestro y regresar a aquel lugar para contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos.
Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con un automóvil en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y desesperado, imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por un señor muy simpático, el joven preguntó por la familia que vivía ahí hace unos años, el señor respondió que seguían viviendo ahí.
Consternado, el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le preguntó al señor:
-¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar la vida? El señor entusiasmado le respondió:
-Nosotros teníamos una vaquita, pero un día, desapareció y nunca mas supimos de ella, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así, alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora…

REFLEXIÓN: El ser humano tiende a ser perezoso. Mantiene su confusión en el mundo y queda atrapado por lo que sus sentidos, le hacen creer que es real. En algunos casos intuye que hay algo más, o mucho más, que lo que ha conocido hasta ahora, pero así y todo le cuesta tomar la decisión de perder aquello que cree que posee y que en realidad lo posee a el mismo, y poder ganar su libertad.
En esta evolución, solo se trata de elegir despertar, o de seguir dormido. Una vez que la rutina se hace carne y nos aprisiona, son muy pocos los heroicos que quieren sacudir esa chatura, esa inercia y despertar a una realidad mucho mas trascendente; pero que al comienzo no es tan visible. Son pocos los héroes y muchos los mendigos. 

Autor desconocido.

JEAC.

viernes, 7 de septiembre de 2012

Cuando el pasto es más verde al otro lado

Recientemente en un viaje a Paris, en una reunión de amigos, todos me preguntaban cómo va todo en Los Ángeles y cómo es la vida aquí, todos fascinados con la idea del sueño americano y la vida en este lado del mundo. En un breve momento de silencio, todos ellos se quedaron mirando hacia la nada, como añorando vivir en Los Ángeles y uno de ellos rompió el silencio con un brindis a Los Ángeles, al cual todos se unieron.

Mientras esto transcurría y yo los observaba, me pareció un poco irónico que estos Parisinos, que día a día viven en una de las ciudades más hermosas del mundo, añoraran Los Ángeles. Instantáneamente recordé haber presenciado exactamente la misma reacción cuando mis amigos en Los Ángeles se enteraron que viajaba a Paris; todos ellos en completa añoranza pensando en Paris.

Posteriormente vino a mi conciencia la frase “el pasto (césped) es siempre es más verde del otro lado”.

Me encontré en la confirmación misma de tal frase. Los que estamos aquí añoramos estar allá, los que están allá añoran estar aquí. Y así constantemente estamos añorando aquello que está al otro lado, aquello que no tenemos y olvidamos hacer un inventario de todo lo que sí tenemos y que por lo tanto dejamos de apreciar.
Cuando no somos capaces de apreciar lo que tenemos, lentamente dejamos de ver todo aquello que es bueno en nuestra vida, perdemos la perspectiva y caemos en el juego de buscar validación de que “todo está bien” a nuestro alrededor y necesitamos alimentarnos de elementos externos que nos hagan sentir que en realidad estamos “bien parados” en la vida.

Nos olvidamos que todo está bien en el universo, en su propio balance, aunque nos cueste entenderlo y que en realidad si necesitamos reconectarnos con el sentido de la vida que hemos construido, un simple inventario de cosas grandes y pequeñas que logremos identificar, se transforma en la conexión y la única brújula que nos pone de regreso en el camino.

Cuidemos y caminemos descalzos sobre nuestro propio pasto, apreciemos y disfrutémoslo pues es el único que tenemos, hagamos de él el jardín de nuestros sueños y entonces ya no habrá otro jardín "al otro lado" que nos apetezca más que el propio.

Autor desconocido.

JEAC.

martes, 4 de septiembre de 2012

¡Denme de baja!

Por favor, denme de baja de la lista
de los hipócritas, que fingen amor a
sus semejantes y viven a costa de ellos.

De los que buscan desesperadamente el amor,
sólo para hacer sufrir a quienes los aman,
pagando mal por bien, cuando la pasión pasa.

De los que protestan enérgicamente contra
la guerra, por la injusticia de ésta, pero
se irán a la tumba, sin reparar las
que cometieron.

Ayúdenme, a darme de baja de la lista,
de quienes aún no aceptan los grandes
ejemplos humildes, de la Madre Teresa,
Gandhi y Jesús.

De los que siguen aferrados a sus errores,
riquezas y bienes, sin compartir nada de
ellas, ni conocimientos, ni experiencias
ni amor.

De los que aun quieren un mundo mejor
basado en la violencia y no en principios
basados en el amor a los demás, sin
entender que sus líderes son de barro.

Denme de baja, de los que se erigen
en jueces de sus hermanos, en verdugos
de los que fallan, en explotadores de
los que no saben.

De los que se convierten en cómplices
de los pederastas, de los poderosos, de
los fanáticos, de los dictadores, y
los insensibles.

Por favor, me urge que me pongan
en la lista de los que se dan de baja;
de los intolerantes, irrespetuosos,
instigadores y convenencieros.

No me importa que mi nombre
aparezca al final, sé que los nombres
de todos ustedes me antecederán.

Pero por favor, compréndanme,
soy tardo en entender...
y me es muy duro aceptar que...
!Toda una vida estuve equivocado!

Autor Desconocido.

JEAC.