miércoles, 31 de julio de 2013

El mundo se cansó de nosotros

El mundo en que vivimos se encuentra en una situación insostenible. El hombre ha caído en la ambigüedad de ser la raza más inteligente y a la vez la más estúpida, capaz de matarse a sí mismo por su ¿bienestar?

No importa qué hagan, el mundo como lo conocemos va a desaparecer, a mutar o a evolucionar y se va a deshacer de nosotros, como nosotros lo hicimos con otras especies.

No importa que digan, la humanidad no ha alcanzado la madurez suficiente para reconocer y afrontar las consecuencias de los errores que ha cometido. Nos convertimos en meros observadores de nuestra propia tragedia, viviendo el suplicio de Tántalo, contemplando oro que no podemos poseer, nos deslumbraron con cosas y nos enseñaron a amarlas.

Ahora ya nos acostumbramos, ya nos unimos al juego, el juego de la comodidad, el de protestar sentados desde una silla, caímos en el juego del Deus Ex Machina, pensando que un dios va a aparecer de repente y nos va a dar haciendo el trabajo que siempre procuramos evitar, va a salvar un planeta que nunca quisimos cuidar. Caímos en el juego de adorar a los objetos a costa del bienestar de otros y del planeta, a castigar a los que comparten y enaltecer a los que discriminan, a desconfiar de todos y desconocer la palabra compartir, alejando la solidaridad de nuestro léxico porque no es rentable.

Somos primero nosotros y el resto no importa.
Después nuestras familias y el resto no importa.
Primero nuestro dinero y el resto no importa.
Primero nuestras cosas y el resto no importa
Existe sólo nuestro dios y el del resto no importa.
Amamos nuestro país y el resto no importa.

Cerramos barreras, creamos fronteras, contaminamos y consumimos, soñamos con ganar dinero para seguir contaminando y consumiendo, dándole el carácter de “modelos a seguir” a aquellos que se han enriquecido a costa del dolor ajeno, poniendo en alto nombres que no han hecho más que fomentar la miseria y la desigualdad, forzando a gente honrada a caer en sus peores errores y mostrar sus peores facetas.

Todos dicen “malditos cazadores que matan animalitos” sin saber que muchas veces es gente que, por no tener qué comer, sale a buscar el único sustento que pueden encontrar, muy a pesar de su propio descontento y dolor. Todos dicen “no deberían talar los árboles” sin saber que las personas que lo hacen se rebajan por centavos porque no tienen un techo que les cobije y deben destruir con lágrimas en los ojos la tierra que les vio crecer, deben sucumbir ante la desesperación y ser los chivos expiatorios de esas grandes corporaciones regentadas por los hombres de portada de revista, deben abandonar todo rezago de razón y humanidad en favor del dinero, y no para desarrollarse ni ser libres, sino para subsistir.

¿Cómo se puede esperar que el género humano, viviendo bajo tales condiciones de desigualdad y desapego por algún principio, va a lograr coordinar esfuerzo alguno por el bien del planeta? El tratado de Kyoto, la última esperanza, ya murió, de hecho nació muerto, con políticos y empresarios negando su deceso, y científicos bien pagados entubándolo y manteniendo el engendro en un frasco petri.

El mundo se cansó de nosotros. Pronto vamos a morir, y adoptando una visión misántropa, después de lo que le hicimos al planeta yo estaría muy de acuerdo.
 
Autor desconocido

JEAC.

domingo, 28 de julio de 2013

60 años del asalto a Moncada

Este 26 de Julio se recordó el 60 aniversario del asalto al cuartel Moncada, que marcó el inicio de la Revolución Cubana. Recurro a un texto escrito por Eduardo Galeano para recordar este memorable episodio.

Yo tenía doce años cuando el asalto al Moncada, dieciséis cuando el desembarco del Granma, dieciocho cuando los guerrilleros entraron, victoriosos, en La Habana. Los hombres de mi generación hemos tenido la suerte de coincidir, en el tiempo, con la Revolución Cubana. Desde temprano se nos mezcló en la vida y se nos metió en el alma.

Junto a muchos millones de hombres, celebro esta revolución como si fuera mía.

Ella me ha transmitido fuerzas cuando me he sentido caer. Me ha contagiado energía, día tras día, año tras año, a lo largo del proceso que la puso a salvo de la derrota o la traición. Cuba rompió en pedazos la estructura de la injusticia y confirmó que la explotación de unas clases sociales por otras y de unos países por otros no es el resultado de una tendencia “natural” de la condición humana ni está implícita en la armonía del universo. Muchas murallas se ha llevado por delante este viento de buena furia popular. La colonia se hizo patria y los trabajadores, dueños de su destino. La mujer dejó de ser una pasiva ciudadana de segunda clase. Se acabó el desarrollo desigual que en toda América Latina castiga al campo a la par que hincha a unas pocas ciudades babilónicas y parasitarias. Se borró la frontera que separa el trabajo intelectual del trabajo manual, resultado de las tradicionales mutilaciones que nos reducen a una sola dimensión y nos fracturan la conciencia.

No ha resultado ningún paseo esta hazaña, ni ha sido lineal el camino. Cuando son verdaderas, las revoluciones se hacen en las condiciones posibles. En un mundo que no admite arcas de Noé, Cuba ha creado una sociedad solidaria a un paso del centro del sistema enemigo. En todo este tiempo, yo he amado mucho a esta revolución. Y no solo en sus aciertos, lo que resultaría fácil, sino también en sus tropezones y en sus contradicciones. También en sus errores me reconozco: este proceso ha sido realizado por sencillas gentes de carne y hueso, y no por héroes de bronce ni máquinas infalibles.

La Revolución Cubana me ha proporcionado una incesante fuente de esperanza. Ahí están, más poderosas que toda duda o reparo, esas nuevas generaciones educadas para la participación y no para el egoísmo, para la creación y no para el consumo, para la solidaridad y no para la competencia. Y ahí está, más fuerte que cualquier desaliento, la prueba viva de que la lucha por la dignidad del hombre no es una pasión inútil, y la demostración, palpable y cotidiana, de que el mundo nuevo puede ser construido en la realidad y no solo en la imaginación de los profetas.

Eduardo Galeano.

JEAC.

jueves, 25 de julio de 2013

Solo por un momento

Solo por un momento, préstame tu tiempo;
No para desperdiciarlo en necedades?
Solo para que lo emplees
Escuchando mis palabras.

Solo por un momento, préstame tu corazón;
No para dejarlo cerrado ante mis palabras...
Solo para abrirlo y
Sentir lo mismo que siento yo. 

Solo por un momento, préstame tus oídos;
No para escuchar cosas superficiales?
Solo para escuchar como soy realmente.

Solo por un momento, préstame tus hombros;
No para mirar como están de caídos?
Solo para apoyar mi cabeza en ellos
Y que me hagas el favor y la sostengas.

Y como no puedo reponer ni tu tiempo,
Ni tu trozo de corazón, ni tus oídos,
Ni tus hombros, ni tus brazos,
Ni tus lágrimas, ni tu sonrisa,
Ni tus consejos?

Con lo único que te puedo devolver
Es con mi confianza, la cual ya he
Depositado en tus brazos,
Tus hombros, tus oídos? 

Pero especialmente en tu CORAZÓN

Autor Desconocido

JEAC.

lunes, 22 de julio de 2013

Tributo a la vida

Gracias vida por el día de hoy. Sé que este día es mi oportunidad de guardar los buenos recuerdos del pasado y conservarlos como presentes que me hicieron sonreír.
Sé que este día me da la oportunidad de dejar atrás todo aquello que yo permití que me hiciera llorar y que podré conservar conmigo las lecciones que aprendí.
Sé que esas lecciones me volvieron más fuerte para vivir en el día de hoy.
Sé que, sea como sea, así como tantos otros que ya pasaron, este día también pasará.
Gracias vida, por otra jornada de 24 horas, por traerme por lo menos, otras 24 lecciones.
Gracias por darme la conciencia de que el día de ayer me trajo informaciones que hoy y puedo usar o desechar.
Y gracias sobre todo, por probarme cada día que el mañana es algo que está fuera de mi control, sin que pueda ser blanco de la flecha de la preocupación que ciertamente se perdería.
Gracias vida, por enseñarme hoy que todavía no existe el futuro, que ya no existe el pasado y que yo solamente puedo actuar en el momento presente. ¡Confiando en las manos de Dios todo lo que para mí ha planeado!

Silvia Schmidt.

JEAC.

viernes, 19 de julio de 2013

Una buena pregunta

Muy buena pregunta, tenemos la solución pero no sabemos ponerla en práctica.

Buenísima pregunta…

Si ponen imágenes de muerte en paquetes de cigarrillos para que dejemos de fumar…

¿Por qué no ponen fotos de niños obesos mórbidos en las cajas de Mc Donalds?…

¿Por qué no ponen fotos de animales torturados en los productos cosméticos?…

¿Por qué no ponen fotos de víctimas de conductores ebrios en las botellas de licor?…

¿Por qué no ponen las fotos de los banqueros que lucran con nuestros ahorros en las chequeras?

Y por sobre todo…

¿Por qué no ponen fotos de políticos sinverguenzas, deshonestos y ladrones disfrutando de nuestro dinero en los formularios de declaraciones de impuestos?…

(Tomado de la web)

JEAC.

lunes, 15 de julio de 2013

El Illimani (Parte 2)

La arquitecturaLa historiadora Magdalena Cajías explica que La Paz, a partir del siglo XIX, se convirtió en una referencia al crecer en población, en economía, en comercio, en desarrollo industrial y minero. Esto permitió extender rápidamente las construcciones de la ciudad que, acompañadas de una mirada positiva de su misma identidad por parte de los arquitectos, priorizaron su geografía y, por ende, al Illimani. Uno de estos visionarios fue el arquitecto Emilio Villanueva, que se encargó de realizar varios edificios, como el Monoblock de la UMSA, cuya vista es una de las privilegiadas hacia el Illimani, y abrió la avenida Mariscal Santa Cruz, que también se orienta hacia el nevado.
En el primer centenario de la ciudad de La Paz, durante el gobierno de Bautista Saavedra, se festejó con bombos y platillos la inauguración de varias calles, y se abrió la avenida Camacho (actual centro financiero de la ciudad), que se diseñó para que, desde cualquier edificio, pudiera verse el Illimani. La planificación de la ciudad tuvo en cuenta, en ese entonces, la importancia del paisaje para embellecerla aún más sin perder la identidad. Sin embargo, a partir de los años 70, el llamado desarrollismo dejó de priorizar el entorno natural; por ello, la mayoría de edificios construidos en El Prado, por ejemplo, han ocultado la vista al nevado, así como varias otras construcciones posteriores.
En la actualidad, los arquitectos paceños subliman la imagen del Illimani como referencia principal para las construcciones en la ciudad. El arquitecto Ramiro Bellido explica que es un referente, un icono artístico y un paisaje que no puede desaprovecharse. “Visualmente se intenta equilibrar algunas deficiencias que pueden encontrarse en la orientación de las construcciones. El Illimani está al sureste de La Paz y, muchas veces, puede dar una ayuda para las oficinas y departamentos que están ubicados contrarios al sol; es una vista fabulosa de la montaña. Además, la topografía paceña, con sus distintas elevaciones, permite aún más aprovechar este paisaje”. En el mundo andino, el Illimani, como cada montaña, tiene un significado especial. De características femeninas, protege a la ciudad de La Paz como una madre, pero es también un poderoso enviado de los dioses. Un centinela.

La leyendaHay varios mitos que rodean la figura del Illimani, aunque uno de los más difundidos es el que relata Fernando Díez de Medina en el libro Nayjama.
Cuenta esta leyenda que Wirakocha, dios supremo, decidió que cuatro soberanos reinarían en paz en la cordillera; sin embargo, la arrogancia y el ansía de poder hizo que uno de ellos se enfrentara a sus compañeros en un combate apoteósico que duró un milenio. Harto del conflicto, Wirakocha envió a Thunupa, la figura de la justicia y el equilibrio, para que pusiera orden. Después de escuchar la explicación de los cuatro guerreros, Thunupa dictaminó: “Sólo tres conductores tendrán señorío en la cordillera. El Señor de Luz será de hoy en adelante Illampu, el centelleante; el Señor de Agua se nombrará Illimani, el resplandeciente, y el señor de Piedra se convertirá en Wayna Potosí, el joven bramador”. Luego cogiendo su honda divina, puso en ella un pedrusco de oro y al tiempo de lanzarlo zumbando por el cielo en dirección a Huayra Apu o Señor del Aire, dijo: “Rebelde fuiste, solitario quedarás y menguado en poderío. Truncaré tu insolencia y tu estatura: serás partido en dos. ¡Sarjama! (vete) dijo Thunupa. Tú eres el Alejado, Sajama te nombro en memoria de tu estupenda rebeldía”. Y así, la montaña descabezada se convirtió en el Mururata y la gran roca que fuera su cabeza es el nevado Sajama.

Texto Mónica Oblitas

JEAC.

viernes, 12 de julio de 2013

El Illimani (Parte 1)

A pocos días de un nuevo aniversario de la Revolución Paceña entrego en dos partes, este hermoso texto escrito por Mónica Oblitas sobre lo más preciado que tenemos los Paceños: El Illimani

Símbolo milenario y guardián de la ciudad, el Illimani es venerado por todos los paceños Alrededor de su pétrea figura se han tejido leyendas y se han inspirado talentos. Éste es un reportaje que reúne lo más importante que se ha hecho en torno al Illimani Achachilasa, el enviado de los dioses
Majestuoso y vigilante, emblema paceño por siempre; el Illimani es, sin duda, el símbolo de la ciudad de La Paz y ha servido de inspiración para todas las artes que se han desarrollado en la hoyada. Son pocos los que no han cedido ante el influjo mágico de la montaña que encierra, en sus grietas nevadas, leyendas e historias de amor y de sangre. Y aun los habitantes se alimentan diariamente del influjo místico que el nevado más imponente ejerce sobre quienes viven a su sombra. Al celebrar un aniversario más de la ciudad de La Paz, es imposible dejar de referirse a su musa más importante.

El arte del nevado“El Illimani se está —es algo que no se mira—. En el Illimani, el cielo es lo que se mira; el espacio de la montaña. No la montaña. En el cielo de la montaña, por la tarde, se acumula el crepúsculo; por la noche, se cierne la Cruz del Sur. Ya el morador de las alturas lo sabe; no es la montaña lo que se mira. Es la presencia de la montaña”. Jaime Sáenz se inspiraba así, interpretando su sentimiento hacia la montaña y utilizando las palabras como solamente él sabía hacerlo en su libro Imágenes paceñas. Lugares y personas de la ciudad. Como Sáenz, muchos hombres de letras volcaron su inspiración en el nevado. Armando Soriano lo sabe muy bien y le dedicó una antología poética. “Acaso los literatos son los que han estado más vecinos a la solemne montaña paridora de sensitivas sugestiones. El ejemplo está claro en la fecunda lírica sobre esta montaña, a su vez geológico poema, que abarca con su esplendor inextinguible la ciudad entrañable”, justifica su posición.
El Illimani también ha sido un imán para pintores tan relevantes como Arturo Borda, paceño, que estuvo influido por el simbolismo pictórico y plasmó constantemente la imagen del nevado y el entorno de la ciudad de La Paz, o Cecilio Guzmán de Rojas, que es considerado el padre de la corriente indigenista en la pintura boliviana y que tiene, como no podía ser de otra manera, varias obras inspiradas en la montaña, al igual que la pintora María Luisa Pacheco.
Mamani Mamani es otro de los pintores cuya creatividad se ha encendido frecuentemente alrededor del Illimani, tanto así que su hijo mayor se llama como la montaña. Y es autor de una serie (de la que reproducimos un cuadro) dedicada especialmente al nevado. “Para mí es un tótem, el templo más hermoso de las montañas; es el guardián de La Paz, pero también es un guerrero. Además de ser una montaña sagrada, es mística; si uno la contempla detenidamente puede ver toda una familia penetrando dentro de ella: el papá, la mamá, el hijo y la abuela. Es un apu, un achachila, para los aymaras… para la gente andina es una imagen sagrada”, explica emocionado.
La música tampoco se queda atrás, tanto que el tango Illimani, de Néstor Portocarrero, es un himno casi obligatorio para los paceños. Otros músicos han encontrado en el misterio de la montaña su fuente de inspiración, aunque no en la cantidad que tamaña musa esperaría. Uno de ellos es el grupo Wara y la canción Illimani. Así lo explica el compositor Óscar García, para quien es una enorme roca viva, un vigilante, una suerte de deidad, pero sobre todo una marca de la ciudad. “El Illimani ha sido y es, hasta que le toque derretir su imponente hielo, una fuente de energía y un atractivo para todo tipo de expresiones. Más en las artes plásticas que en las sonoras. En la música, además de Portocarrero, hay obras escritas alrededor de él, aunque no se lo nombre. De hecho, yo tengo una canción para una orquesta de instrumentos nativos que se llama Cumbres. También había un grupo paceño de folclore que se llamaba Illimani. Los poetas lo nombran con más frecuencia que acierto. Quizás el nombre no aparezca con frecuencia en títulos de obras musicales por la extraña convicción de que ha sido muy usado. El caso es que de ser así, no sería tan complicado encontrar obras con su nombre”, dice García y luego se complementa: “En cientos de textos de canciones está bailando con o sin tropiezo. En Collita, de Wara, por ejemplo. Es una montaña ineludible para los que tienen la suerte de decir y de pintar, de graficar, de registrar imágenes, de hacer piñatas o cualquier otra inutilidad aparente. Para el común de los mortales que transita una ‘intransitable’ ciudad en la que los piratas han conquistado el poder y el espacio, el Illimani está ahí porque sí. Tiene que estar ahí porque si no, esta ciudad sería mil veces menos magia y más parto”.

Texto Mónica Oblitas.

JEAC.

martes, 9 de julio de 2013

El sabio y las estrellas de mar

Había un hombre sabio que vivía a la orilla del mar en un pueblo muy pequeño. Todas las mañanas acostumbraba a caminar por la playa, antes de sentarse a escribir a lo largo de horas interminables.

Una soleada mañana salió a caminar más temprano que de costumbre. Al cruzar las dunas llegó a la playa, donde le esperaba una gran sorpresa. En un segundo comprendió la gravedad de la situación. ¡La orilla estaba llena de estrellas de mar!

Corrió hasta la playa y, con enorme tristeza, vio que había kilómetros y kilómetros de arena cubiertos por bellas y frágiles estrellas de mar. De los ojos del sabio cayeron gruesas lágrimas porque sabía que las estrellas de mar viven solo cinco minutos fuera del agua.

Con cuidado de no pisarlas, comenzó a caminar por la playa, el corazón cargado de pena. Avanzaba lentamente, pensando en la fugacidad de la vida, en cómo a veces equivocamos nuestras prioridades, cómo perdemos el tiempo en cosas inútiles e intrascendentes... Ensimismado en sus pensamientos caminó un rato sin ver a nadie, hasta que en el horizonte descubrió una figura que se movía frenéticamente. Corría de la playa hasta la rompiente y de la rompiente hasta la playa, constante e incansablemente...

-¿Qué animal será ese? -se preguntó el sabio.

Y aunque ya era hora de volver a su casa y retomar la escritura de su libro, decidió averiguar quién corría de esa extraña manera. Cuando estuvo a unos pocos metros de esa rara figura, advirtió que no se trataba de ningún animal sino que no era más que un niño pequeño de seis o siete años. Tenía la cara sudorosa, las mangas de la camisa remangadas y los pies mojados y llenos de arena. Al ver al sabio, se detuvo y lo miró fijamente con sus enormes ojos marrones.

El sabio le sonrió y le preguntó: -¿Qué estás haciendo?

El niño le miró sorprendido pero, para no ser descortés, le contestó:

-Junto las estrellas de mar que están en la playa y las arrojo más allá de la rompiente para que no se mueran.
El sabio volvió a sonreír y le dijo:

-Ya veo... ¿Pero no te das cuenta de que no tiene sentido tu esfuerzo? Hay cientos de miles de kilómetros sembrados con estrellas dé mar y vivirán muy poco tiempo más antes de que el sol las seque con su calor... Aunque salvaras a miles, habría billones de ellas que morirían de todas formas. Tu esfuerzo no tiene sentido.
La mirada del niño se llenó de nubes. Sus brazos dejaron caer decenas de estrellas que hasta entonces sus brazos habían sostenido. Miró desconcertado la inmensidad de la playa y la magnitud del desastre a la que el sabio se refería. En silencio y sin volverse, trotó en dirección a las dunas. Pero cuando estaba por desaparecer detrás de ellas, volvió sobre sus pasos corriendo, tomó una estrella y con una fuerza increíble, la arrojó al mar.

El niño miró al sabio y lleno de felicidad le dijo:

-Para ella sí tuvo sentido...

Moraleja.- ...Nada puedo hacer para solucionar las penas del mundo, pero mucho puedo hacer para colaborar en el pedacito de mundo que me toca.

Hay veces en las que pareciera que nuestra tarea y nuestro empeño carecen de sentido. Nos sentimos con ganas de abandonar nuestros proyectos, nuestros sueños.
 
Pero sin embargo, el solo hecho de pensar que nuestro obrar tiene sentido para alguien concreto, aunque sea solo uno, debe hacernos sentir que nuestro esfuerzo este pleno de significado y que es esto los que nos vuelve, gozosamente, mas humanos.

Como dice un viejo proverbio: Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo pequeñas cosas, pueden cambiar el mundo...

Autor desconocido.

JEAC.

sábado, 6 de julio de 2013

Derecho a soñar

Nunca me cansaré de elogiar a Eduardo Galeano que nos tiene acostumbrados a este tipo de artículos, tan ciertos, tan reales, tan de nuestro diario vivir. ¡¡¡Sí!!! tenemos derecho a soñar y al delirio…

Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. Las Naciones Unidas han proclamado extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar.

¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Al fin del milenio vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:

El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;

La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;

En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;

La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;

Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;

Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;

La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;

Una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;

En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;

La perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

Eduardo Galeano.

JEAC.

miércoles, 3 de julio de 2013

El Libro de los consejos 2

Para esta segunda parte tenemos los siguientes sencillos pero significativos consejos:

- Conserva lo que tienes…

- Olvida lo que te duele…

- Lucha por lo que quieres…

- Valora lo que posees…

- Perdona a los que te hieren y disfruta a los que te aman.

- Nos pasamos la vida esperando que pase algo…y lo único que pasa es la vida.

- No entendemos el valor de los momentos, hasta que se han convertido en recuerdos.

- Haz lo que quieras hacer, antes que se convierta en lo que te “gustaría” haber hecho.

- No hagas de tu vida un borrador, tal vez no tengas tiempo de pasarlo en limpio.

Tomado de la web.

JEAC.