jueves, 30 de abril de 2015

Fabricar la opinión pública


La fabricación de la opinión pública:

En 1917, el presidente Woodrow Wilson anunció que los Estados Unidos iban a entrar en la primera guerra mundial.
Cuatro meses y medio antes, Wilson había sido reelegido por ser el candidato de la paz.
La opinión pública recibió sus discursos pacifistas y su declaración de guerra con el mismo entusiasmo.
Edward Bernays fue el principal autor de este milagro.
Cuando la guerra terminó, Bernays reconoció públicamente que habían sido inventadas las fotos y las anécdotas que encendieron el espíritu bélico de las masas.
Este éxito publicitario inauguró una brillante carrera.
Bernays se convirtió en el asesor de varios presidentes y de los empresarios más poderosos del mundo.
La realidad no es lo que es, sino lo que te digo que es: él desarrolló mejor que nadie las técnicas modernas de manipulación colectiva, que empujan a la gente a comprar un jabón o una guerra.

Tomado del libro “Los hijos de los días” de Eduardo Galeano.


Publicado por JEAC.

domingo, 26 de abril de 2015

La mariposa


Una mariposa es un símbolo de una transformación y de libertad en la vida, una mariposa pasa de arrastrarse en la tierra a tocar el celeste azul del firmamento con una sensación de ligereza, en pocas palabras podría tratarse del mismo significado de la vida humana, al final todos luchamos por ser mariposas. A su vez las mariposas simbolizan el alma, el renacimiento, el despojo de lo terrenal hacia lo espiritual. 

Las mariposas, a lo largo de los tiempos, han sido algo más que simplemente un símbolo de cambio y belleza, también han sido consideradas como un ente entre el mundo de los mortales y el mundo sobrenatural, una mariposa es un ser que vuela tan ligero y tan libre que difícilmente se nota con facilidad, también se decía que los espíritus tomaban forma de mariposas o se apoderaban del cuerpo de una mariposa para volver y ser libres por este mundo, cuidar de quienes amaban y en dados casos se necesite, advertirles sobre acontecimientos futuros.

Las mariposas, seres juguetones, aletean en los bosques y por sobre los lagos anunciando nuevos cambios o simplemente disfrutando de la libertad con la que el viento las hace danzar tan libremente. Se dice que cuando el ser humano muere su alma pasa por un proceso de metamorfosis que se vuelve mariposa, y que regresa a la tierra a cuidar a sus seres queridos, representa también la fragilidad de la belleza, es el vuelo de un alma libre que se eleva en el aire... las mariposas son seres mitificados, místicos, y mágicos.

Debemos siempre esperar que nuestra alma sea como una mariposa que vuela libre e ilumina y colorea los campos y que llena de alegría la primavera. Es también conocida como la mensajera de Dios, la que lleva buenas noticias.

Autor desconocido.


Publicado por JEAC.

jueves, 23 de abril de 2015

Día del libro


Es muy lindo que el día internacional del libro coincida con la fecha de mi cumpleaños. Debe ser por eso que me gusta tanto la lectura. Desde que aprendí a leer hasta hoy siempre estoy buscando algo nuevo para leer…y aprender.

Aquí les dejo unas cuantas reflexiones sobre la importancia de un libro en nuestras vidas…

- Un libro abierto es un cerebro que habla;
cerrado, un amigo que espera;
olvidado, un amigo que perdona;
destruido, un corazón que llora.

- Leer es como besar,
quién no lo hace con frecuencia
se le nota en la lengua.

- En algún lugar de un libro
hay una frase esperándonos
para dar sentido a nuestra existencia.

- La cultura te hará un poco más libre
y eso no es poco.

-Emborráchate de literatura
porque la resaca será la cultura.


Publicado por JEAC.

miércoles, 22 de abril de 2015

Día de la Tierra


Einstein dijo, alguna vez:
—Si las abejas desaparecieran, ¿cuántos años de vida le quedarían a la tierra? ¿Cuatro, cinco? Sin abejas no hay polinización, y sin polinización no hay plantas, ni animales, ni gente.
Lo dijo en rueda de amigos.
Los amigos se rieron.
El no.
Y ahora resulta que en el mundo hay cada vez menos abejas.
Y hoy, Día de la tierra, vale la pena advertir que eso no ocurre por voluntad divina ni maldición diabólica, sino
por el asesinato de los montes nativos y la proliferación de los bosques industriales;
por los cultivos de exportación, que prohíben la diversidad de la flora;
por los venenos que matan las plagas y de paso matan la vida natural;
por los fertilizantes químicos, que fertilizan el dinero y esterilizan el suelo,
y por las radiaciones de algunas máquinas que la publicidad impone a la sociedad de consumo.

Tomado del libro “Los Hijos de los días” de Eduardo Galeano.


Publicado por JEAC.

domingo, 19 de abril de 2015

Mañana puede ser tarde


Un hermoso poema que escuché en la voz de Gian Franco Pagliaro  pero que no sé si será de su autoría. No estoy seguro.

Mañana puede ser tarde nos hace reflexionar sobre lo efímera que puede ser la vida y sobre la importancia de tener “las cosas al día”…

Lo que hay que hacer
es decirse te quiero a tiempo
porque mañana puede ser tarde...

Pedir disculpas
a quien hemos ofendido
porque mañana puede ser tarde...

Saldar las deudas
que tenemos aún pendientes
porque mañana puede ser tarde...

Mandar las flores
a quien las esta esperando
porque mañana puede ser tarde...

Lo que hay que hacer
es terminar con la tristeza
porque mañana puede ser tarde...

Que cada uno tenga
su porción de dicha
porque mañana puede ser tarde...

Dejar que crezca
verde la primavera
porque mañana puede ser tarde...

No envenenar el mar
ni el aire del futuro
porque mañana puede ser tarde...


Lo que hay que hacer
es ser mejor todos los días
porque mañana puede ser tarde...

Destruir los muros
que nos quedan en el alma
porque mañana puede ser tarde...

Soltar los pájaros
presos en nuestros sueños
porque mañana puede ser tarde...

Firmar un pacto de amor
con todo el mundo
porque mañana puede ser tarde...

Lo que hay que hacer
es hacer lo que más queremos
porque mañana puede ser tarde...

Bailar, cantar,
beber el vino de la vida
porque mañana puede ser tarde...

No dejar ni una sonrisa
para mañana
porque mañana puede ser tarde...

No guardarse un sólo llanto
para más tarde
porque más tarde puede ser tarde...
demasiado tarde
y no habrá ni tiempo
para el arrepentimiento...


Publicado por JEAC.

jueves, 16 de abril de 2015

Las puertas de la vida


No salgas de la infancia apresuradamente...luego querrás recuperar esos años.
No entres en la adolescencia convencido de que dominarás el mundo...la vida te llevará por caminos que todavía no sospechas.
No entres en la madurez creyendo que has vencido todas las etapas y que el triunfo llegará mañana.
La felicidad se encuentra en disfrutar todas las etapas de un camino, no solo al final de la ruta.
No recorras la madurez sin crear un tesoro del espíritu...los tesoros de la tierra no son herencia para tus hijos.
No salgas de la madurez convencido de que has triunfado...tu triunfo lo medirá el recuerdo que dejes.
No salgas de la madurez creyendo haber sido derrotado...algo habrás dejado por pequeño que sea.
No entres a la vejez creyendo que el destino te ha sido adverso...has sido tú quién lo ha elaborado.
No salgas de la vejez sin entregar tus consejos...otros infantes, otros adolescentes, otros maduros y otros mayores te han mirado y querrán imitarte.

Autor desconocido.


Publicado por JEAC.

domingo, 12 de abril de 2015

Día de la luz


Día de la luz
Ocurrió en África, en Ifé, ciudad sagrada del reino de los yorubas, quizás un día como hoy, o quién sabe cuándo.
Un viejo, ya muy enfermo, reunió a sus tres hijos, y les anunció:
—Mis cosas más queridas serán de quien pueda llenar completamente esta sala.
Y esperó afuera, sentado, mientras caía la noche. Uno de los hijos trajo toda la paja que pudo reunir, pero la sala quedó llena hasta la mitad.
Otro trajo toda la arena que pudo juntar, pero la mitad de la sala quedó vacía.
El tercer hijo encendió una vela.
Y la sala se llenó de luz…

Tomado del libro de Eduardo Galeano “Los hijos de los días”


Publicado por JEAC.

miércoles, 8 de abril de 2015

La historia del cero


Las matemáticas no podrían funcionar sin el cero. Nuestro querido cero está presente en todos los conceptos matemáticos que hacen que nuestro sistema numérico, la geometría y el álgebra funcionen.
Recuerda tu niñez. Te enseñaron que el 1 era el primero del “alfabeto numérico”, de los números de contar 1,2,3,4,5 … Años más tarde pudiste contar el número de naranjas que había en una caja cuando no veías ninguna.

La historia del cero no es sencilla. Parece una tontería pero los antiguos griegos y romanos, célebres ingenieros, no lograron dar un nombre a “la nada”. Ellos no contaban “nada”. Los griegos que desarrollaron la lógica y la geometría, nunca introdujeron el símbolo del cero.

¿Cómo llegó a ser aceptado el cero?
Se cree que tuvo su origen en la civilización maya, que usó el cero en diversas formas. Representaban el cero como una concha marina.
Este es el símbolo que los mayas usaban para el cero. Se trata del primer uso documentado del cero en América. Año 36 a.C.

Más tarde el astrónomo Ptolomeo, influenciado por los babilonios, utilizó un símbolo parecido a nuestro moderno 0 como marcador de posición en su sistema numérico. Algo comparable a la introducción de la “coma” en el lenguaje. Ahora ya podían distinguir entre el 75 y el 705.
Los mayas y los babilonios utilizaban el cero para marcar un numeral ausente.
¿Quiénes fueron los primeros en “tratar a la nada”?
Los calculistas indios lo definieron como el resultado de sustraer cualquier número de sí mismo. Podemos decir que el cero nació en la India. La palabra “cero” proviene de la traducción de su nombre en sánscrito (una lengua clásica de la India) “shunya” que significa vacío.

Parece ser que fue Brahmagupta quien trató el cero como un “número”, no como un mero marcador de posición, y mostró unas reglas para operar con él.
Puede que pienses … ¡qué chorrada!, pero realmente fue muy avanzado a su tiempo.

¿Cómo llegó el cero a Europa?
El último número llegó a Europa a través de los árabes.
El sistema de numeración hindú-arábigo que incluyó el cero fue promulgado en occidente por Fibonacci, en su Liber Abaci (Libro del ábaco), publicado en 1202. Leonardo de Pisa reconoció el poder del 0. Y usó el nuevo símbolo, pero no como un número al mismo nivel que los otros.

¿Cómo funciona el cero?
Al igual que la coma tiene sus reglas de uso, también tiene que haber reglas para el cero!
No era fácil tratar al nuevo “intruso”. El cero debía integrarse en el sistema aritmético de entonces. En las sumas y las multiplicaciones el cero encajaba perfectamente. Pero en las operaciones de sustracción y división la cosa se complicaba. ¿Qué te dice el cero?

Si me sumas no te altero. 0 + número = Número
Si me multiplicas te destrozo. 0 x número = 0
Si me restas te transformas. 0 – 5= – 5 Los números negativos no eran aceptados
Es una tontería que me dividas 0/número= 0 La nada es indivisible
Pero es un atrevimiento que yo intente dividirte número/0 = ??

Por ejemplo, ¿Qué podemos hacer con cero dividido entre 6? Si a la posible solución le llamas a, tienes que:
0/6 = a
Y por multiplicación cruzada esto equivale a 0 = 6 · a
Es decir, el único valor posible para a es 0 ¿verdad? No vale la pena dividir al cero, se queda igual.
Esta no es la principal dificultad que entraña el cero. Lo peligroso es la división entre 0. De la misma forma, si establecemos que:
7/0 = a
Por multiplicación cruzada, 0 · a = 7 y acabamos con la absurda conclusión que 0 = 7.

Al admitir la posibilidad de que 7/0 sea un número, puedes provocar un caos numérico de enormes dimensiones. La forma de evitarlo es argumentar que 7/0 es indefinido.
De la misma forma que no se permite poner una coma en mitad de una palabra, en matemáticas tampoco es permisible dividir un número entre cero. Es absurdo!

Tomado de soymatemáticas.com


Publicado por JEAC.

domingo, 5 de abril de 2015

Reflexión de Domingo de Resurrección


La vida no es un derecho, la vida es un don. Y el don, la gracia o lo gratuito, no es  consecuencia de ningún derecho, sino del amor. Por eso, lo que contraría al amor, se opone  a la vida. El odio pone fin a la vida y siembra la muerte. El egoísmo asfixia la vida, la  interrumpe y desertiza la tierra fecunda y fecundada.

La vida nace del amor, ésa es su raíz, que no el derecho. Tampoco la muerte es un derecho, aunque habrá que reconocer el derecho a morir para  descalificar tantas ansias de matar. También la muerte es un don. Pero, entiéndase bien, es  un don, porque es una nueva vida, no porque sea fin de la vida. Aunque en el acotado  campo de nuestra experiencia la muerte aparezca como fin de esta vida -no de la vida, sino  de ésta- o, mejor dicho, de esta forma de vivir. Lo que supone un alivio para la inmensa  mayoría de la humanidad, mortificada hasta el extremo por las pretensiones de los  científicos, de los técnicos, de los políticos... o sea, de los poderosos.

Debería bastarnos el testimonio perenne de la naturaleza no humana, que muere cada  invierno y resucita cada pascua florida, para entender que la vida no termina, se transforma.  (...).

La fe cristiana es fe en la vida, porque es fe en Jesús que vive. Ciertamente pasó por la experiencia de la muerte, para desvelarnos su misterio y la  esperanza, pero resucitó y vive para siempre. Así lo han atestiguado los que lo vieron vivo  antes y después del tránsito de la muerte. Y así lo ha guardado celosamente y lo ha  transmitido durante siglos la Iglesia. Así lo confesamos y proclamamos los cristianos:  creemos en la resurrección, creemos en la vida sin fin. No sólo en la vida que esperamos  como un don póstumo, sino en el don de la vida que ya poseemos y disfrutamos y  reclamamos para nosotros y para todos los hombres.

Por eso creer en la resurrección es apostar por la vida frente a la muerte y a los sistemas  que recurren a la muerte como solución o justificación de cualesquiera intereses. Y en esta  apuesta nos hemos comprometido con la vida, como don, para hacerla posible, para  favorecerla en todos y en todo, para defenderla en todos los niveles, para colmarla de  sentido, para humanizarla, sin domesticarla ni degradarla, hasta descubrir en ella y por ella  al verdadero dador del multiforme y siempre sorprendente don de la vida. 

Tomado de la web.

Publicado por JEAC.

viernes, 3 de abril de 2015

Reflexión de Viernes Santo


Cada año se nos ofrece la oportunidad de vivir el desafío de la cruz. Jesús muere en la cruz rechazado por los jefes del pueblo, ejecutado por orden del procurador romano, como un sedicioso, sin muerte de profeta, con todos los signos externos tradicionales del rechazado de los hombres y del mismo Dios. Para sus enemigos, ésta fue la suprema confirmación de que no era el Mesías verdadero, sino un impostor. Para sus propios discípulos, supuso la gran crisis de su fe. La expresa muy bien el relato de los dos de Emaús: “nosotros esperábamos que él iba a ser el libertador de Israel, pero ya van dos días que murió …”

Y es así, en efecto, con la muerte de Jesús en la cruz muere todo mesianismo davídico triunfante. Tenían razón los sacerdotes: no era éste el que esperábamos. Pero no tenían razón, pues éste era el que debían esperar. Por esta razón tantos textos de la resurrección insisten en que Jesús les hace entender las Escrituras, les enseña a leerlas, les abre la mente para comprender. Eso es lo que debemos esperar del Viernes Santo: que nos abra la mente para entender y aceptar a Jesús y al Dios de Jesús.

Ante el Jesús de Getsemaní y de la cruz, que clama a su Padre desde un profundo desamparo interior, y es denostado por sus enemigos que le retan a que baje de la cruz, muere definitivamente la imagen de Jesús falso hombre, deidad disfrazada de humanidad, dotada de especiales poderes que utiliza cuando le viene bien. Jesús muere porque ha resultado peligroso para los poderes religiosos que manejan a su vez a los poderes políticos. Los motivos de su muerte son bien humanos: su delito han sido sus curaciones y sus parábolas. Pero los sacerdotes han entendido muy bien, quizá fueron los que mejor entendieron a Jesús: si lo de Jesús triunfa, se acabó su poder, su templo, su status. Jesús se enfrentó a todo eso y fue crucificado porque ellos eran más poderosos. Así, sin más. La humanidad de Jesús resplandece en la Pasión de manera singular.

Pero con esa muerte murieron también para siempre los sacerdotes, los ritos del Templo, la religión/poder, la opresión religiosa del pueblo por sus jefes, la teología para sabios iniciados, la santidad reservada a los puros, la ley como ocasión de condena, el servicio a Dios bajo temor … todo eso murió. Los que creyeron en Jesús se libraron de todo eso. También a ellos intentaron matarlos, aunque tuvieron que contentarse con expulsarlos de la Sinagoga. Y para nosotros, los que dos mil años más tarde seguimos a Jesús, todas esas cosas han muerto también.

Jesús muere por los pecados, a causa de los pecados. Lo llevan a la muerte la desdeñosa pureza legal de los fariseos, la dogmática engreída de los escribas, la conveniencia política y económica de los sacerdotes, la razón de estado, el desinterés por la justicia de los gobernantes, la indiferencia del pueblo que aspira sólo a un mecías guerrillero, la cobardía de sus seguidores. Por todos esos pecados muere Jesús. Es decir, por la soberbia, la envidia, la venganza, la comodidad, la cobardía … los mismo pecados que hay en cada uno de nosotros, los que pueden causar nuestra muerte como personas y la de la humanidad como tal. Por eso, una lectura teológica de la muerte de Jesús entiende ante todo que el pecado es más poderoso que el inocente, que el mal prevalece sobre el bien. Pero no es verdad. En los que siguen a Jesús se muestra que el pecado puede ser vencido, pero desde dentro, desde la conversión, desde el seguimiento. En ellos queda claro que Jesús puede quitar el pecado, que es verdaderamente el Libertador.

Jesús crucificado muestra qué es el triunfo: llegar hasta el final, realizar su labor por encima de todo miedo y conveniencia, entregarse a la gente pese a quien pese, y cueste lo que cueste. Jesús crucificado muestra que es más que un hombre normal: es el hombre lleno del Espíritu, y es el Espíritu el que le hace capaz de ir hasta el final. Jesús pudo evitar su muerte. Simplemente, con no subir a Jerusalén a celebrar la Pascua. Simplemente con no pernoctar aquella noche en Getsemaní. Jesús pudo perderse en los desiertos del este y buscarse la vida en Petra o en la corte de Persia; facultades tenía de sobra para ello. Fue a la muerte porque aceptó dar la vida, anunciar el mensaje en el mismo Templo de Jerusalén. Jesús se entregó libremente , y una vez detenido y atado, ya no pudo escapar. Por eso, los jefes judíos se sintieron confirmados en que no era el Mesías. Por eso, sus discípulos estuvieron a punto de no creer en él. Y por eso, precisamente por eso, porque pudo escaparse y no lo hizo y porque cuando lo ataron ya no pudo escapar, por eso precisamente creemos nosotros en Él, en el Hombre lleno del Espíritu.

En este crucificado descubrimos nosotros cómo es Dios. Por Jesús crucificado conocemos a su Padre, por Jesús crucificado podemos llamar a Dios Padre. Seguimos sintiendo la tentación de exigir al Todopoderoso un milagro en favor de su hijo. Seguimos añorando a los dioses impasibles milagreros. Seguimos deseando que a los santos todo les vaya bien y no tengan por qué sufrir. En resumen, seguimos pensando que la religión es una excepción de la vida, un continuo milagro, una magia aparte de lo cotidiano. Y Jesús crucificado nos muestra a la religión como la fuerza para asumir la vida hasta el final, como entrega al Reino con todas sus consecuencias.

Ante todo esto, ¡que ridícula queda aquella teología que entiende la cruz como el sacrificio sangriento con el cual Jesús paga por nosotros la deuda del pecado para que el Padre nos perdone! Es como si Jesús fuera el bueno, capaz de aplacar con su sangre al Juez hasta entonces implacable. Pero nosotros sabemos que Jesús es así porque está lleno del Espíritu, es decir “porque se parece a su Padre”, porque es el Hijo. En la cruz conocemos al Padre. En la cruz conocemos el amor, y su verdadera naturaleza: más que un sentimiento, una capacidad de entrega hasta la muerte. Y en ese amor de Jesús reconocemos que es el Hijo, en el corazón de Jesús reconocemos el corazón del Padre. Y es por todo esto por lo que en la pasión y muerte de Jesús resplandece no sólo la humanidad sino la divinidad. Nos han malacostumbrado a entender que Dios resplandece en relámpagos luminosos y esplendores rituales. No, Dios resplandece en el corazón de ese hombre, en su impecable veracidad, en su inagotable capacidad de con-padecer, en su valor, en su consecuencia hasta el final. La divinidad no es un añadido que anula a la humanidad, sino la fuerza del Viento de Dios que potencia a la humanidad hasta límites insospechables.

Tomado de la web.


Publicado por JEAC.