En el sitio patrimonial de Tiwanaku, como una reafirmación cultural de los pueblos y naciones indígenas se cumple con el ritual, miles se reúnen en la taypi kala para ofrendar al Sol en retribución por su energía y luz como hace miles de años. Es un ritual que se inicia el 20 de Junio con una wajt’a (ofrenda ceremonial) a los ancestros tutelares mayores, que se cumple con la participación de las autoridades originarias y los amautas en la montaña sagrada llamada Quimsa Chata, con tres crestas en su cima.
Después se realiza una segunda wajt’a a los ancestros tutelares menores en el cerro Lloko Lloko, ubicado a 4.080 metros sobre el nivel del mar y distante a 16 kilómetros de Tiwanacu. Los amautas recomiendan mantener la vigilia durante la noche del 20 y la madrugada del 21 de Junio, a la espera de los rayos solares. Las ofrendas o wajt’as sirven para mantener el equilibrio, la reciprocidad y la complementariedad entre el alaxpacha (espacio de arriba o plano celestial), akapacha (el actual espacio o plano terrenal) y el mankhapacha (espacio de abajo o plano subterráneo).
Como los Guerreros del Sol, entre ellos el Chachapuma u hombre puma, o los wirakochas renovaban sus energías con los rayos solares en Tiwanacu, la población que iniciará un nuevo tiempo y espacio podrá armonizar las energías del equilibrio entre los tres pachas o niveles. Patzi, que realiza durante más de 50 años las ofrendas en diversas ceremonias, explica que la wajt’a o luqtaña es el agradecimiento y el sacrificio con respeto que se entrega en una ceremonia ritual donde se utilizan los diferentes elementos representativos y del cosmos. El experto dice que en los rituales que se remontan a las prácticas de las civilizaciones prehispánicas se debe pedir e invocar paz, armonía, vida, progreso, verdad, justicia, libertad, respeto, seriedad, comprensión y entendimiento. Es la forma de recibir el nuevo ciclo agrícola, el Machaq Mara, el nuevo tiempo y espacio de renovación de energías, con la esperanza de un mejor entendimiento de la humanidad y equilibrio con la naturaleza.
Edwin Conde Villarreal.