Uno de los mejores regalos que recibí de mi padre en mi infancia, fue sin duda un pequeño receptor a transistores traído de uno de sus viajes a Panamá. Tenía yo en aquél entonces once años y ya sentía una enorme atracción hacia aquellos aparatos que aparte de divertir enseñaban y bastante. Eran otros tiempos claro, cuando las emisoras radiales no eran un vulgar comercio y medio de lucro, sino una verdadera pasión de algunos quijotes que trataban de hacer de sus emisoras la mejor, la más escuchada y sobre todo la más respetada.
Hasta aquél día yo tenía que compartir mis gustos radiales con mi hermana mayor que era quién monopolizaba el aparato de radio a lámpara que teníamos en casa. A partir de aquél momento me independicé totalmente y ya escuchaba mis programas preferidos en mi pequeño receptor, que además tenía un pequeño audífono para una oreja y se podía escuchar sin molestar a nadie. El único problema era que funcionaba con dos pilas y estas se agotaban muy rápidamente para mi gusto y el costo de reposición era de cinco bolivianos, casi todos mis recreos de una semana. Pero bueno el sacrificio de guardar el dinero de mis recreos para comprarme aquellas dichosas baterías, era muy bien pagado por las satisfacciones que me daba mi pequeño receptor. Escuchar el futbol los Domingos, el show de los Sábados, algunas radionovelas muy interesantes y sobre todo la música que era lo que mas me gustaba, sin que nadie me objetara, era impagable para mi.
Así comenzó mi pasión por los programas radiales de aquél entonces y de los que les iré contando de a poco. Por ahora recuerdo muy bien la ubicación de las emisoras en mi pequeño receptor: De izquierda a derecha tenía Radio Méndez, al lado Cruz del Sur, Altiplano, El Cóndor, Amauta, Illimani, Excelsior, Fides, Continental, Nueva América y Chuquisaca. De todas guardo un recuerdo, de algún buen programa, de alguna novela, de los noticiosos o de la música que difundían…
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