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Las primeras radionovelas de las que tengo recuerdo son del rubro de las "lacrimógenas", o sea aquellas en que los protagonistas sufren las mil y un penurias casi siempre fabricadas por los malos que hasta el final parece que se van a salir con la suya, pero algo sucede y al final siempre triunfan los buenitos, pero después de haber pasado por terribles momentos. En este género puedo nombrar las novelas de doña Prudencia Griffel, artista mexicana muy conocida que hizo vivir a los oyentes con sus melodramas. "Camino de espinas" primero y luego "Corona de lágrimas" fueron las novelas que más amplia aceptación tuvieron con la participación de la mencionada artista. Confieso que a mi no me llamaba mucho la atención pero especialmente las señoras no podían perderse ni un solo capítulo de estos dramas.
Yo escuchaba solo porque teníamos un solo aparato de radio y como los mayores escogían que escuchar, pues bueno había que hacerlo. Luego comenzaron a aparecer otro tipo de novelas, más digeribles para mi gusto, y entre ellas recuerdo a "Yanco el gitano", "Capablanca" y "Yo soy Ricardo Fernández" entre otras que ya hablaban de otras situaciones y no solo de sufrimientos. Allí se fue generando la aceptación masiva de las radionovelas, pues si con los melodramas la audiencia era principalmente femenina, estas últimas eran para todo público: hombres, mujeres y niños nos deleitábamos escuchando capítulo a capítulo el desenlace de las novelas y en la familia hacían conjeturas y manejaban posibilidades. En fin las radionovelas fueron en esos años como el pan nuestro en cada familia.
También recuerdo que después vinieron temas religiosos en las novelas y así escuchamos: "Marcelino Pan y Vino", "Fray Martín de Porres", "Santa Rosa de Lima" y algunas más de este tipo que también tuvieron su momento de gloria con los altos ratings de escuchas.
Cuando ya tuve mi propio receptor de radio, me era mucho más fácil seguir las novelas que yo quería y si me perdía la emisión matutina, agarraba la vespertina o la nocturna y así no me perdía ningún capítulo. Todavía recuerdo muchas cosas de aquellas novelas, que quedaron grabadas en mi mente, tal como aquél archiconocido: "Paso, paso...abrid paso a Capablanca...." con que se iniciaba cada capítulo de esta novela. Posteriormente apareció un personaje que marcó época en las radionovelas y del que contaré en posterior entrega.
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