En uno de sus viajes a Panamá mi padre trajo un hermoso
receptor de radio marca Hallicrafter (como el de la foto) que prácticamente
sintonizaba radioemisoras de todo el mundo. Mediante este hermoso aparato pude
escuchar entre otras emisoras de Perú, Chile, Argentina, Uruguay, Venezuela,
Brasil, Inglaterra, Rusia y otros países. Era una verdadera joya pero se debía
tener mucha paciencia para hacer una buena búsqueda y sintonía. En ese aparato
logré escuchar los mayores acontecimientos deportivos de la década de los 60 y
el que hoy me toca contar corresponde a la final de la copa Libertadores de
América entre los conjuntos de River Plate de la Argentina y Peñarol del
Uruguay. Este partido se jugó el 20 de Mayo de 1966, con claro favoritismo para
el equipo argentino que realmente tenía un equipazo y que además estaba dirigido
por Don Renato Cesarini, palabra mayor en el futbol gaucho. Así pues junto a mi
padre sintonizamos una radio que transmitiera el partido y logramos hacerlo con
muy buena recepción con Radio El Mundo de la Argentina. Debo anotar que mientras
mi padre apoyaba al Peñarol, yo hacía fuerza por el River, aún no sé porqué, ya
que a esa edad mi equipo Argentino preferido era el Independiente.
Recurro a continuación a un comentario encontrado en la web
sobre aquél partido y que me pareció el más acertado de todos:
Aquella tarde Peñarol le ganaba al Millonario el partido
desempate y conquistaba su tercer título en la competencia de clubes más
prestigiosa de América, al tiempo que River recibiría como premio un despectivo
mote que lo acompañaría hasta estos días: “gallinas”.
Argentinos y uruguayos
se repartían un éxito por lado en la llave final y disputaron el encuentro
desempate en el Estadio Nacional de Chile para definir al campeón de aquella
edición. River terminó el primer tiempo con ventaja 2-0, pero en el complemento,
Peñarol igualó el juego y convirtió otros dos tantos en el alargue para
sentenciar el partido y consagrarse campeón.
De todas maneras, de persistir
el empate en el alargue igualmente los uruguayos hubieran sido campeones por
tener más goles a favor en la suma de los tres partidos.
Pero, ¿qué sucedió
en el transcurso? Varias cosas. Primero, no son pocos los que señalan como
quiebre del partido una soberbia actitud de Amadeo Carrizo al parar una pelota
con el pecho cuando River ganaba 2-0. Esa “canchereada” llenó de ira a los
uruguayos y los impulsó con sed de revancha a flor de piel.
Otra versión
señala también que ese gesto de Carrizo también enojó a sus compañeros, en
especial a los uruguayos Roberto Matosas y Luis Cubilla, cuya entrega en la
cancha a partir de ese momento fue tan cuestionada que hay quienes afirman que
Renato Cesarini, técnico de River, ingresó al vestuario tras el partido al grito
de “A mí me traicionaron”.
El entrenador tampoco se salvó de las
recriminaciones por decisiones tácticas tomadas durante el partido. En el
entretiempo, Cesarini sacó al lateral Alberto Sáinz e hizo ingresar al delantero
Juan Carlos Lallana.
En apariencia, el defensor le había solicitado la
sustitución por miedo a que se agravase una molestia que lo tenía a maltraer y
el DT no sólo aceptó, sino que fue demasiado audaz al hacer ingresar a un
atacante, que además había visto frustrarse su pase a Peñarol un tiempo antes,
por lo que se dedicó más a provocar que a jugar.
Néstor Goncalvez, que jugó
la final para Peñarol, le comentaba a la revista El Gráfico tiempo después: “El
cambio lo producimos nosotros al comenzar el segundo tiempo. Nos estaban ganando
con mucha comodidad y a aquel River era muy difícil sacarle la pelota.
Por
eso pensamos que más que cambios tácticos lo que necesitábamos era cambiar el
clima del partido para salvar la vergüenza. Entramos desesperados y echamos mano
a recursos ilícitos. Eso es cierto. Les hablábamos y hasta llegamos a decirles
que si ganaban íbamos a ir a buscarlos al vestuario y al hotel. Las cosas se
dieron de tal manera que era un clima de guerra del cual sacamos una gran
ventaja, ante la pasividad de River.
La diferencia temperamental la noté al
día siguiente en la cafetería del aeropuerto cuando nos cruzamos los dos
equipos. Uno de los nuestros fue a hablar por los altavoces y preguntó: “¿Quién
es el papá de River?, y otra voz contestó, Peñarol!!!”, que se escuchó en todo
el aeropuerto y la risa fue incontenible de todos los presentes. Nos queríamos
morir, bajamos las cabezas de la vergüenza. Si eso pasaba al revés todavía
estábamos a las trompadas. Nosotros no íbamos a aceptar semejante cachada que
ellos si aceptaron sin chistar.”
Al regreso de aquella última final, el
Millonario debió visitar a Banfield en un partido correspondiente al torneo
local y fue el Taladro quien oficializó el apodo arrojando al campo de juego una
gallina blanca con una franja roja pintada en el cuerpo.
Aquella edición tuvo
además otros ribetes históricos, ya que por primera vez en la competencia
participaron los subcampeones de cada país, mérito con el que accedió River al
torneo, al tiempo que los brasileños de Palmeiras y Cruzeiro desertaron la
competencia por no estar de acuerdo con la medida y los colombianos de
Millonarios y Deportivo Cali eran desafiliados del torneo por irregularidades en
los contratos de los futbolistas de ese país.
Por otro lado, esa Copa de 1966
determinaría un récord de goles en virtud de Daniel Onega, que hasta la fecha
sigue siendo el jugador que más tantos convirtió en una misma Copa, con 17
conquistas.
El primer choque de esa serie final se disputó el 14 de mayo en
el estadio Centenario, con victoria del local por 2-0 con goles de Julio César
Abadie y Juan Joya. Cuatro días más tarde –y sólo dos antes del desempate- se
midieron en el Monumental, partido que ganó River 3-2 con tantos de Ermindo
Onega (2) y Juan Carlos Sarnari, mientras que Pedro Rocha y Alberto Spencer
descontaron para los charrúas. Al no considerarse por entonces la diferencia de
gol, con un triunfo por lado ambos debieron disputar un cruce más, en cancha
neutral.
Aquel 20 de mayo, en el Estadio Nacional de Santiago de Chile, los
equipos se alinearon de la siguiente manera:
Peñarol: Ladislao Mazurkiewicz;
Juan Lezcano, Nelson Díaz (Tabaré González), Pablo Forlán; Néstor Goncalvez,
Omar Caetano, Julio César Abadie; Julio César Cortés, Alberto Spencer, Pedro
Rocha y Juan Joya. DT: Roque Máspoli.
River: Amadeo Carrizo; Alberto Sáinz
(Juan Carlos Lallana), Eduardo Grispo, Roberto Matosas, Abel Vieytes; Juan
Carlos Sarnari, Jorge Solari, Ermindo Onega; Luis Cubilla, Daniel Onega y Oscar
Más. DT: Renato Cesarini.
Goles: PT, 37m Daniel Onega (R), 42m Jorge Solari
(R), ST, 22m Alberto Spencer (P), 27m Julio César Abadie (P). Suplementario, 11m
Alberto Spencer (P), 19m Pedro Rocha (P). Arbitro: Claudio Vicuña
(Chile).
Publicado por JEAC.