sábado, 30 de abril de 2016
martes, 26 de abril de 2016
Arriésgate a vivir
Reír es arriesgarse a parecer tonto.
Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.
Hacer algo por alguien es arriesgarse a involucrarse.
Expresar sentimientos es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo.
Exponer tus ideas y sueños es arriesgarse a perderlos.
Aceptar tus errores es arriesgarse a ser juzgado.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a morir.
Esperar es arriesgarse a la desesperanza.
Lanzarte es arriesgarse a fallar.
Llorar es arriesgarse a parecer un sentimental.
Hacer algo por alguien es arriesgarse a involucrarse.
Expresar sentimientos es arriesgarse a mostrar tu verdadero yo.
Exponer tus ideas y sueños es arriesgarse a perderlos.
Aceptar tus errores es arriesgarse a ser juzgado.
Amar es arriesgarse a no ser correspondido.
Vivir es arriesgarse a morir.
Esperar es arriesgarse a la desesperanza.
Lanzarte es arriesgarse a fallar.
Si te arriesgas puede que no lo logres, pero aprenderás
como hacerlo mejor la próxima vez.
Si no te arriesgas , no hay ninguna posibilidad de que lo logres y cada vez mas dejaras que tus miedos y las opiniones de los demás controlen tu vida, crearas una prisión de la que tu tendrás la llave, pero con el tiempo hasta olvidaras que la tienes.
Tomar riesgos calculados te convertirán en una persona libre.
Si no te arriesgas , no hay ninguna posibilidad de que lo logres y cada vez mas dejaras que tus miedos y las opiniones de los demás controlen tu vida, crearas una prisión de la que tu tendrás la llave, pero con el tiempo hasta olvidaras que la tienes.
Tomar riesgos calculados te convertirán en una persona libre.
Tomado de la web.
Publicado por JEAC.
viernes, 22 de abril de 2016
La Sexalescencia
Si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una
franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta
años.
La sexalescencia es una generación que ha
echado fuera del idioma la palabra "sexagenario", porque sencillamente no tiene
entre sus planes actuales la posibilidad de envejecer. Se trata de una verdadera
novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia",
que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del S. XX para dar
identidad a una masa de niños desbordados, en cuerpos creciditos, que no sabían
hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse.
Este nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta o setenta, ha
llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres
independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el
significado tétrico que tanta literatura latinoamericana le dio durante décadas
al concepto del trabajo. Lejos de las tristes oficinas de Juan Carlos Onetti o
Roberto Arlt, esta gente buscó y encontró hace mucho la actividad que más le
gustaba y se ganó la vida con eso.Supuestamente debe ser por esto que se sienten
plenos; algunos ni sueñan con jubilarse.
Los que ya se han jubilado disfrutan con plenitud de cada uno de sus días sin temores al ocio o a la soledad, crecen desde adentro en uno y en la otra. Disfrutan el ocio, porque después de años de trabajo, crianza de hijos, carencias, desvelos y sucesos fortuitos bien vale mirar el mar con la mente vacía o ver volar una paloma desde el quinto piso del departamento.
Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y
activas, la mujer tiene un papel rutilante. Ella trae décadas de experiencia de
hacer su voluntad, cuando sus madres sólo podían obedecer y de ocupar lugares en
la sociedad que sus madres ni habrían soñado con ocupar. Esta mujer sexalescente
pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo de los 60', en
aquellos momentos de su juventud en los que los cambios eran tantos, pudo
detenerse a reflexionar qué quería en realidad. Algunas se fueron a vivir solas,
otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas,
otras eligieron tener hijos, otras eligieron no tenerlos, fueron periodistas,
atletas o crearon su propio "YO, S.A.". Pero cada una hizo su voluntad.
Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando
cotidianamente.
Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que
no son personas detenidas en el tiempo; la gente de "sesenta o setenta"",
hombres y mujeres, maneja la computadora como si lo hubiera hecho toda la vida.
Se escriben, y se ven, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del
viejo teléfono para contactar a sus amigos y les escriben un e-mail con sus
ideas y vivencias. Por lo general están satisfechos de su estado civil y si no
lo están, no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un
llanto sentimental. A diferencia de los jóvenes; los sexalescentes conocen y
ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo
reflexiona, toma nota, a lo sumo… y a otra cosa.
La gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus
formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada.
Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo…
Ellos, los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
Ellos, los varones no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas, las mujeres, sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
Hoy la gente de 60 o 70, como es su costumbre, está estrenando
una edad que todavía no tiene nombre, antes los de esa edad
eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente,
recuerdan la juventud, pero sin nostalgias, porque la juventud también está
llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben. La gente de 60 y 70 de hoy
celebra el Sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo… Quizás por
alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los del siglo XXI.
Antonio Ramírez.
Publicado por JEAC.
martes, 19 de abril de 2016
Ser el mejor
Si no puedes ser pino alto y robusto,
que en la cumbre se baña de esplendor
no te aflijas por eso, sé un arbusto
pero entre los arbustos, sé el mejor.
que en la cumbre se baña de esplendor
no te aflijas por eso, sé un arbusto
pero entre los arbustos, sé el mejor.
Si eres césped tan sólo en la pradera,
embellece el camino con tus flores
Si tan sólo un pez fueras
sé el encanto del lago donde mores.
embellece el camino con tus flores
Si tan sólo un pez fueras
sé el encanto del lago donde mores.
No podemos ser todos capitanes;
Si nadie es tropa, el esfuerzo es vano
No tan sólo hay lugar para titanes
tenemos obra al extender la mano.
Si nadie es tropa, el esfuerzo es vano
No tan sólo hay lugar para titanes
tenemos obra al extender la mano.
Si no eres camino, sé vereda
sé una estrella si no fueres sol
no es ser grande la gloria verdadera
cualquier cosa que seas, sé el mejor!
sé una estrella si no fueres sol
no es ser grande la gloria verdadera
cualquier cosa que seas, sé el mejor!
Tomado de la web.
Publicado por JEAC.
jueves, 14 de abril de 2016
Aceptar y querer a cada uno como es
Hay una cosa que falla dentro de casi todos nosotros, y es ese
interés por querer cambiar a todo el mundo, por convencerles de que dejen de ser
ellos mismos y que pasen a ser quienes y como nosotros queremos que sean, o como
creemos que tienen que ser. (“Por su propio bien”, llegamos a pensar. ¡Qué
osados!).
¡Cuánto nos cuesta aceptar a cada uno tal y como es!, ¿Verdad?
Preferimos que a nosotros no se nos modifique, porque somos prácticamente perfectos -aunque sólo en nuestra opinión-, pero tenemos una habilidad especial para descubrir “los defectos” de los otros; para detectar “lo que hacen mal”; para adivinar cómo tendrían que comportarse “para hacerlo bien”; para arreglar sus vidas “como tienen que ser” y organizárselas perfectamente.
Muchas veces llegamos a poner a los otros condicionantes del estilo de: “te querría si fueras más de este modo… o menos de esa manera…”, “si no cambias, no te voy a querer”, “quiero más a tu hermano porque es mejor que tú”. Y que tengan mucho cuidado con esto las madres, los padres, tíos/tías, abuelos/abuelas… porque es algo que se hace demasiado a menudo.
Luego están todos los consejos bien intencionados que no nos han pedido: “deja a ese/a chico/a, porque no te conviene”, “cambia tu estilo de ropa, que este no te favorece”, “tienes que cortarte el pelo porque ese peinado no te sienta nada bien…”, “no leas esos libros…”, “no escuches esa música…”
En mi opinión, a las personas hay que aceptarlas como son, porque sólo siendo “como son” son ellas mismas, y pretender que sean como a nosotros nos interesa, es tratar de modificar su personalidad, es decirles: “tú no me vales o no me interesas como eres ahora, pero si dejas de ser tú mismo y te conviertes en el personaje que a mí me interesa que seas, entonces te empezaré a querer”.
¿Tremendo, verdad?
Visto así, asusta.
Pues esto, más o menos, lo hacemos casi todos los días.
Y casi siempre sin darnos cuenta.
La base de una relación sana es aceptar al otro en su integridad y tal como es.
El error es otorgarnos la sabiduría que creemos le falta al otro; la capacidad de razonar que el otro no demuestra -en nuestra opinión-; la habilidad para resolver los problemas del otro como él no es capaz de hacer.
Recuerda esto: si tú fueras el otro, si estuvieras en el lugar y las circunstancias del otro, si tuvieras la educación y los conflictos del otro, padecieras sus inseguridades y luchas, y si te atacaran las mismas dudas y los mismos miedos…Te garantizo que ACTUARÍAS EXACTAMENTE IGUAL QUE LO HACE ÉL.
Así que será mejor que no juzgues ninguno de sus actos, que más bien le comprendas, y sólo le ofrezcas tus ideas como sugerencias –no tratando de imponérselas, sino simplemente proponiéndolas-, y tu empatía y solidaridad en cualquier decisión que tome, porque ésta, sea la que sea, formará parte de su experiencia vital.
Y es que las sugerencias, las opiniones, los pensamientos, y las insinuaciones de uno, cuando no tratan de convertirse en órdenes ni imposiciones para el otro, pueden ser tenidas en cuenta y agradecidas.
Hay que recordar que nuestro instinto animal se pone a la defensiva –y muchas veces con las garras preparadas- cuando alguien de fuera nos quiere imponer sus ideas, y más si no las hemos pedido previamente.
Uno tiene derecho a gobernar su vida del modo que considere adecuado. Y es su obligación hacerlo así.
Por eso en muchas ocasiones, y aunque nos duela, aunque veamos que parte de su presente y su futuro va mal encaminados, y nuestra mejor voluntad trate de querer evitárselo, tenemos que dejar que el otro aprenda a vivir por sus propias experiencias, y que se equivoque. Sí. Aunque parezca duro.
Lo que pasa es que nuestro instinto maternal o paternal, el amor, el deseo de que el otro no sufra, y la voluntad de evitarle malos ratos y caídas –y una parte de nuestro ego que es un sabiondo y le encanta demostrarlo…-, se alían para meterse en la vida del otro, cargados de “razones”, para que las cosas “le vayan bien”.
Es un dilema cómo actuar ante una situación en la que vemos al otro –a nuestro entender- a punto de cometer una equivocación o metido ya en un lío del que parece no encontrar la salida.
Que sea el corazón de cada uno quien le dicte cómo actuar, pero mejor si no olvida esto: mejor que sean sugerencias o que se presenten como ideas, pero no como imposiciones.
Mejor enseñarle a pescar que darle el pez.
Explicarle los razonamientos, los detalles que se le han podido escapar, otro punto de vista distinto del que esté usando, pero que, al final, le parezca que la decisión ha sido suya y, sobre todo: que haya aprendido algo para la próxima vez.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales.
¡Cuánto nos cuesta aceptar a cada uno tal y como es!, ¿Verdad?
Preferimos que a nosotros no se nos modifique, porque somos prácticamente perfectos -aunque sólo en nuestra opinión-, pero tenemos una habilidad especial para descubrir “los defectos” de los otros; para detectar “lo que hacen mal”; para adivinar cómo tendrían que comportarse “para hacerlo bien”; para arreglar sus vidas “como tienen que ser” y organizárselas perfectamente.
Muchas veces llegamos a poner a los otros condicionantes del estilo de: “te querría si fueras más de este modo… o menos de esa manera…”, “si no cambias, no te voy a querer”, “quiero más a tu hermano porque es mejor que tú”. Y que tengan mucho cuidado con esto las madres, los padres, tíos/tías, abuelos/abuelas… porque es algo que se hace demasiado a menudo.
Luego están todos los consejos bien intencionados que no nos han pedido: “deja a ese/a chico/a, porque no te conviene”, “cambia tu estilo de ropa, que este no te favorece”, “tienes que cortarte el pelo porque ese peinado no te sienta nada bien…”, “no leas esos libros…”, “no escuches esa música…”
En mi opinión, a las personas hay que aceptarlas como son, porque sólo siendo “como son” son ellas mismas, y pretender que sean como a nosotros nos interesa, es tratar de modificar su personalidad, es decirles: “tú no me vales o no me interesas como eres ahora, pero si dejas de ser tú mismo y te conviertes en el personaje que a mí me interesa que seas, entonces te empezaré a querer”.
¿Tremendo, verdad?
Visto así, asusta.
Pues esto, más o menos, lo hacemos casi todos los días.
Y casi siempre sin darnos cuenta.
La base de una relación sana es aceptar al otro en su integridad y tal como es.
El error es otorgarnos la sabiduría que creemos le falta al otro; la capacidad de razonar que el otro no demuestra -en nuestra opinión-; la habilidad para resolver los problemas del otro como él no es capaz de hacer.
Recuerda esto: si tú fueras el otro, si estuvieras en el lugar y las circunstancias del otro, si tuvieras la educación y los conflictos del otro, padecieras sus inseguridades y luchas, y si te atacaran las mismas dudas y los mismos miedos…Te garantizo que ACTUARÍAS EXACTAMENTE IGUAL QUE LO HACE ÉL.
Así que será mejor que no juzgues ninguno de sus actos, que más bien le comprendas, y sólo le ofrezcas tus ideas como sugerencias –no tratando de imponérselas, sino simplemente proponiéndolas-, y tu empatía y solidaridad en cualquier decisión que tome, porque ésta, sea la que sea, formará parte de su experiencia vital.
Y es que las sugerencias, las opiniones, los pensamientos, y las insinuaciones de uno, cuando no tratan de convertirse en órdenes ni imposiciones para el otro, pueden ser tenidas en cuenta y agradecidas.
Hay que recordar que nuestro instinto animal se pone a la defensiva –y muchas veces con las garras preparadas- cuando alguien de fuera nos quiere imponer sus ideas, y más si no las hemos pedido previamente.
Uno tiene derecho a gobernar su vida del modo que considere adecuado. Y es su obligación hacerlo así.
Por eso en muchas ocasiones, y aunque nos duela, aunque veamos que parte de su presente y su futuro va mal encaminados, y nuestra mejor voluntad trate de querer evitárselo, tenemos que dejar que el otro aprenda a vivir por sus propias experiencias, y que se equivoque. Sí. Aunque parezca duro.
Lo que pasa es que nuestro instinto maternal o paternal, el amor, el deseo de que el otro no sufra, y la voluntad de evitarle malos ratos y caídas –y una parte de nuestro ego que es un sabiondo y le encanta demostrarlo…-, se alían para meterse en la vida del otro, cargados de “razones”, para que las cosas “le vayan bien”.
Es un dilema cómo actuar ante una situación en la que vemos al otro –a nuestro entender- a punto de cometer una equivocación o metido ya en un lío del que parece no encontrar la salida.
Que sea el corazón de cada uno quien le dicte cómo actuar, pero mejor si no olvida esto: mejor que sean sugerencias o que se presenten como ideas, pero no como imposiciones.
Mejor enseñarle a pescar que darle el pez.
Explicarle los razonamientos, los detalles que se le han podido escapar, otro punto de vista distinto del que esté usando, pero que, al final, le parezca que la decisión ha sido suya y, sobre todo: que haya aprendido algo para la próxima vez.
Te dejo con tus reflexiones…
Francisco de Sales.
domingo, 10 de abril de 2016
Ser tranparente
A veces, suelo preguntarme por qué es tan difícil ser
transparente… creemos que ser transparente simplemente es ser sincero, no
engañar a los otros. Pero ser transparente es mucho más que eso.
Es tener el valor de exponerse, de ser frágil, de gritar, de
decir lo que sentimos… Ser transparente es desnudarse el alma, es dejar caer las
máscaras, bajar las armas, destruir las inmensas y pesadas paredes que nosotros
insistimos tanto en construir… ¡Ser transparente es permitir que florezca toda
nuestra dulzura!
Pero infelizmente, casi siempre, la mayoría de nosotros decide
no tomar ese riesgo. Preferimos la dureza de la razón a la luminosidad que
expondría toda la fragilidad humana. Preferimos el nudo en la garganta a las
lágrimas que nacen de lo más profundo de nuestro ser… Preferimos perdernos en
una búsqueda loca de respuestas inmediatas a simplemente rendirnos y admitir que
no sabemos, que tenemos miedo.
No importa qué doloroso es tener que construir una máscara que
nos distancie cada vez más, preferimos eso para mantener una imagen que nos dé
la sensación de protección… Así, vamos ahogándonos cada vez más en palabras
falsas, en actitudes falsas, en sentimientos falsos…
Con el pasar de los años, un vacío frío y oscuro nos hace percibir que ya no sabemos dar ni pedir lo más precioso que tenemos para compartir… dulzura, comprensión… Sufrimos, nos sentimos solos, inmensamente tristes y lloramos calladamente antes de dormir. Los latidos gritan dentro nuestro por no tener el valor de mostrarnos a quienes más amamos.
Porque, equivocadamente, aprendimos que es mejor atacar, acusar, criticar y juzgar, que simplemente decir: “estamos hiriéndonos… paremos ¡por favor!” Porque aprendimos que decir “eso es ser débil, es ser tonto,” es ser menos que el otro. Cuando, realmente, si actuáramos con el corazón, podríamos evitar tanto dolor, tanto dolor…
Con el pasar de los años, un vacío frío y oscuro nos hace percibir que ya no sabemos dar ni pedir lo más precioso que tenemos para compartir… dulzura, comprensión… Sufrimos, nos sentimos solos, inmensamente tristes y lloramos calladamente antes de dormir. Los latidos gritan dentro nuestro por no tener el valor de mostrarnos a quienes más amamos.
Porque, equivocadamente, aprendimos que es mejor atacar, acusar, criticar y juzgar, que simplemente decir: “estamos hiriéndonos… paremos ¡por favor!” Porque aprendimos que decir “eso es ser débil, es ser tonto,” es ser menos que el otro. Cuando, realmente, si actuáramos con el corazón, podríamos evitar tanto dolor, tanto dolor…
Sugiero que nos permitamos explotar toda nuestra dulzura. Que
consigamos no atraer el lamento, no contener la risa, no esconder tanto nuestro
miedo y no querer parecer tan invencibles…
Que consigamos no intentar controlar tanto, competir tanto….
Que consigamos vivir dulcemente… sentir… AMAR…
Que consigamos no intentar controlar tanto, competir tanto….
Que consigamos vivir dulcemente… sentir… AMAR…
Y que cada año sea todo corazón, mucho más sentimiento,
inundado de un amor transparente, a pesar de todo el riesgo que eso
significa.
Autor desconocido
Publicado por JEAC.
miércoles, 6 de abril de 2016
Mirar hacia arriba
Solo mira hacia arriba
EL BUITRE
Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que estè completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo
Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que estè completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto. La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . Sin espacio para correr, como es su hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en una pequeña cárcel sin techo
EL MURCIÉLAGO
El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo.
Si se lo coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire.
Entonces, inmediatamente despega para volar
LA ABEJA.
La abeja al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que sea sacada de allí.
Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo persiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo.
Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que completamente se destruye a si misma.
LAS PERSONAS:
En muchas formas, somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera.
Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones,
sin nunca darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es ver hacia arriba.
Esa es la respuesta,la ruta de escape y la solución a cualquier problema.
Solo mira hacia arriba!!.
LA TRISTEZA MIRA HACIA ATRÁS,
LA PREOCUPACIÓN MIRA ALREDEDOR,
LA DEPRESIÓN MIRA HACIA ABAJO,
PERO LA FE .....
LA FE SIEMPRE MIRA HACIA ARRIBA!!
El murciélago ordinario que vuela por todos lados durante la noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde un lugar a nivel del suelo.
Si se lo coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda dolorosamente, hasta que alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo hacia el aire.
Entonces, inmediatamente despega para volar
LA ABEJA.
La abeja al ser depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos que sea sacada de allí.
Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba de ella, sin embargo persiste tratando de encontrar alguna forma de escape por los laterales cercanos al fondo.
Seguirá buscando una salida donde no existe ninguna, hasta que completamente se destruye a si misma.
LAS PERSONAS:
En muchas formas, somos como el buitre, el murciélago y la abeja obrera.
Lidiamos con nuestros problemas y frustraciones,
sin nunca darnos cuenta que todo lo que tenemos que hacer es ver hacia arriba.
Esa es la respuesta,la ruta de escape y la solución a cualquier problema.
Solo mira hacia arriba!!.
LA TRISTEZA MIRA HACIA ATRÁS,
LA PREOCUPACIÓN MIRA ALREDEDOR,
LA DEPRESIÓN MIRA HACIA ABAJO,
PERO LA FE .....
LA FE SIEMPRE MIRA HACIA ARRIBA!!
Autor desconocido.
Publicado por JEAC.
domingo, 3 de abril de 2016
Diferencias entre sabios y necios
A través de los años, he sido forzado a preguntarme tantas
preguntas; he sido forzado a saber porqué los sabios son sabios y los necios,
necios.
Durante el curso de mi investigación, me di cuenta de que ambos
tienen 24 horas y en el curso de utilizar estas 24 horas, hacen casi las mismas
cosas.
Tuve que ir más allá en mi investigación y entonces descubrí
que haciendo las mismas cosas, había un montón de diferencias. Estas diferencias
distinguen a los sabios de los necios.
Diferencia 1: Tanto el sabio como el necio pierden tiempo. El
sabio pierde tiempo en las cosas menos importantes (ver una película, visitar
amigos para una discusión menos importante) para poder crear suficiente espacio
para cosas más importantes. El necio pierde tiempo en cosas más importantes
(leer libros, realizar proyectos y tareas importantes, tomar decisiones
importantes) para poder hacer tiempo suficiente para cosas menos
importantes.
Diferencia 2: Tanto el sabio como el necio duermen hasta tarde.
El sabio duerme hasta tarde producto de llevar adelante planes relevantes
(visiones para implementar, metas a fijar, planes a activar, pensamiento crítico
y tormentas de ideas). El necio duerme hasta tarde dando demasiada relevancia a
actividades irrelevantes (ver películas, jugar juegos, chats y discusiones
irrelevantes).
Diferencia 3: Tanto el sabio como el necio trabajan duro. El
sabio trabaja duro en el sentido de que siempre está involucrado en planear.
Planea cómo hacer crecer su negocio, cómo alcanzar sus metas para establecer su
visión, cómo garantizar que las cosas salgan como fueron planeadas; siempre
intenta nuevas técnicas, ideas e innovaciones. Siempre está ocupado para
asegurarse que todo lo que haga florezca. El necio también trabaja duro porque
invierte la mayoría de su energía física y mental asegurándose que el sabio
alcance su visión. No está preparado para pasar por el estrés y rigores de
pensar y desarrollar ideas por sí mismo. Prefiere trabajar para el sabio,
recibir una remuneración y realizar otras actividades irrelevantes.
Diferencia 4: Tanto el sabio como el necio saben de
oportunidades. El sabio comprende que las oportunidades están por todos lados
así que las busca. Cuando las halla, las aprovecha. Al igual que cuando José
estuvo en prisión con uno de los siervos importantes de Faraón—lo vio como una
oportunidad. Cuando el siervo fue liberado de la prisión, José le pidió que le
contase a Faraón sobre él. Después de un tiempo, el siervo le contó a Faraón
sobre José y cuando tuvo la oportunidad de hablarle a Faraón, la utilizó. David
también vio a Goliat como una oportunidad que otros no vieron y la usó para
acercarse un paso más a ser el siguiente rey de Israel.
El sabio ve su búsqueda de oportunidades como una de sus
razones para el éxito genuino. El necio atribuye su pobreza a la falta de
oportunidades. A menudo usa palabras como “Si tuviese mi posgrado, tendría más
que esto”; “Si hubiese conocido a este hombre, sería más rico que ahora”. No
busca oportunidades; espera que ellas le vengan a tocar la puerta y aún cuando
le lleguen, nunca está preparado.
Diferencia 5: Tanto el sabio como el necio gastan dinero. El
sabio invierte su dinero y gasta lo que le queda. Gasta su dinero en necesidades
y en lo importante. No lo gasta en comprar todo lo que su corazón desee sino en
cosas que son realmente necesarias en ese período de tiempo particular. Se toma
el trabajo de recortar sus gastos para poder ahorrar para futuras inversiones.
Rinde cuentas y es prudente en sus gastos.
El necio gasta todo lo que gana e invierte muy poco o nada de
lo que gana. Cuando recibe dinero es cuando se acuerda de lo que quería comprar,
que debería pagar por aquello o ir de compra por esto otro. Tiene muy pocos
planes para ahorrar y la mayoría del tiempo no tiene ningún plan para
inversiones presentes y futuras. No rinde cuentas ni es prudente en sus
gastos.
Espero que hayan aprendido algo importante de estas cinco
diferencias. Siempre recuerden que no se trata de leer el artículo pero aplicar
lo que aprendemos lo que nos hace mejores.
Seun Emmanuel Alaofin.
Publicado por JEAC.
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