Cualquier situación, ser, acontecimiento o vivencia que llegue al final nos provoca cierta ansiedad. Si fue algo bueno, por su pérdida, por escaparse entre los dedos la felicidad que no volverá de la misma forma. Por la añoranza de haber sentido de una manera que se ha esfumado. Si por el contrario, fue algo negativo, que dolió, que nos sacudió el alma, también en su liberación hacia cierta pena junto a la alegría de la libertad.
Estamos llegando al final de un año distinto. Como tantas veces sucede, nos engañó. Teníamos toda la esperanza puesta en unos años 20 que traían a la memoria los “felices años 20 del siglo pasado”. Pensamos que repetiría la suerte en este mismo mundo y no fue así.
La vida está hecha de sorpresas. De situaciones que parecen rodar sobre la dicha y que esconden bajo ellas el oscuro secreto de otra realidad paralela que nada tiene que ver con lo que parece.
Este año nos ha puesto a prueba. La vida lo hace muchas veces. Y lo ha hecho para que nos demostremos a nosotros mismos la coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos.
Ha llegado un compañero de viaje molesto y devastador. Un malestar diminuto que contiene en su interior la fuerza de un universo contrario nacido de la decadencia de la propia existencia.
El año llega a su fin y todos esperamos que, como por arte de magia, todo cambie. Pero nada cambia nunca si nosotros no lo hacemos. Si seguimos devastando la naturaleza, fagocitando a nuestros semejantes, colándonos de puntillas al otro ladeo de la honestidad y la lealtad. Avasallando, a nuestro paso, a quien sea en nombre de las leyes de mercado o la propia satisfacción por la que sacrificamos, sin dudarlo, cualquier valor ya a la baja.
Todo pasa para algo. En todo lo que sucede hay un mensaje.
Ojalá seamos capaces de entender el que este año ha querido darnos.
Ojalá comencemos, de una vez por todas, a sentir que somos parte del mismo mundo, que estamos en el mismo barco y que el hogar que nos acoge y debemos cuidar, es único.
Eso será suficiente para que de verdad el nuevo año sea distinto.
Tomado de: Mirar lo que no se ve
Publicado por JEAC.