Un samurái preguntó por el cielo… y casi desató el infierno.
Un guerrero fue a visitar al maestro Hakuin, en busca de sabiduría.
—¿Existe el infierno? ¿Existe el cielo?
—¿Dónde están sus puertas? —preguntó—. ¿Cómo puedo encontrarlas?
Hakuin lo miró con calma y le respondió con otra pregunta:
—¿Y tú quién eres?
—Soy un samurái. Un comandante.
Hasta el emperador me respeta.
El maestro sonrió:
—¿Tú? Pareces más un mendigo que un guerrero.
El samurái, herido en su orgullo, desenvainó su espada, dispuesto a matar al anciano.
Pero entonces, Hakuin lo miró fijamente y dijo:
—Ésa… es la puerta del infierno.
El samurái comprendió.
Volvió a envainar su arma, respiró hondo, y se inclinó con respeto.
—Y esa… es la puerta del cielo —dijo el maestro.
El infierno y el cielo no son lugares lejanos.
Son elecciones que habitan en cada instante.
Desconozco al autor.
Publicado por JEAC.