lunes, 16 de julio de 2012

La noche del 16 de Julio

La noche en que la libertad se manifestó (Eduardo García Cárdenas)

La noche del 16 de Julio de 1809, mientras se llevaba a cabo la procesión de la virgen del Carmen, se produjo el desborde popular que culminó con una agitada sesión del Cabildo que ordenó la prisión del intendente Tadeo Dávila y pidiendo la renuncia del obispo Remigio de la Santa y Ortega, ambos acusados de ser favorables a Carlota Joaquina.
Esa misma noche el pueblo tomó el cuartel de la milicia local y se apoderó de las armas de fuego. La multitud tomó las decisiones del Cabildo, confiando el mando militar a Pedro Domingo Murillo, como subjefe designó a Pedro de Indaburo. También decidió convertirse en "Cabildo Gobernador", instancia máxima de la revuelta.
A los pocos días se habían organizado dos compañías de caballería de 50 hombres cada una, compuestas por españoles, criollos y soldados negros. Su divisa era "por la religión, la patria y el rey, morir o vencer". Esta fuerza militar inicial, creció rápidamente y se estima que llegó a 10 compañías de infantería y caballería hasta formar un respetable ejército de 1,400 hombres. Uno de sus comandantes era el gallego Antonio Castro.
Los insurrectos quemaron la lista de deudores a las cajas reales y extrajeron de estas, dinero para repartirlo entre el pueblo. De la cercana población de Huarina se movilizaron 400 aymaras para impedir la fuga del obispo La Santa.
Por último el Cabildo, con las firmas de Francisco Yanguas, José Ramón de Loayza y José Domingo Bustamante, dispuso la elaboración de un plan de gobierno, que fue aprobado en la sesión del 24 de Julio.
Cabe destacar que la junta paceña, conocida históricamente como Junta Tuitiva, entre sus cualidades revolucionarias, en ningún momento menciona el nombre de Fernando VII, el Rey cautivo. Sus expresiones se dirigen a "defender y sostener los derechos de la América contra las injustas pretensiones de la princesa del Brasil y de las seducciones que las potencias extranjeras pueden conmover los ánimos de sus habitantes".
La primera resolución del plan de gobierno es dejar de enviar dinero a Buenos Aires, importante manifestación de rebeldía al poder virreinal. Seis meses antes de la revolución, en Septiembre de 1808, el virrey Liniers, impuso una contribución de 1.042.000 pesos que debían ser satisfechos por 22 de las ciudades de su jurisdicción; las cuotas más altas correspondían a Potosí y La Paz, que tendrían que aportar con cien mil pesos cada una. Los revolucionarios tomaron recaudos para que se cumpla la resolución de no mandar el dinero.
El "Reglamento de Tropas" de la Junta Tuitiva dispuso "interceptar todos los conductos por donde se hacen estas erogaciones" y montaron guardia para evitar cualquier erogación clandestina. A la semana Indaburo se enteró que en Achocalla, el subdelegado Ramos tenía 25.000 pesos para llevar a Buenos Aires en su recua, fue tomado preso y el dinero decomisado.
A la hora de los juicios, esta prohibición de llevar dinero a la capital virreinal, fue una de las principales acusaciones para condenarlos a la horca, la sentencia dice: "ayudaban a agravar los males que padece Europa con el falo inviolable de que no saliera dinero para Buenos Aires". 

JEAC.

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