Dos hombres fueron condenados. La sentencia consistía en que
en un día determinado, en veinte años, serían torturados lentamente hasta la
muerte.
Al escuchar la sentencia, el más joven se retorció de la pena y
del dolor, y a partir de ese día, cayó en una profunda depresión.
"¿Para qué vivir?" se preguntaba, "si de todas maneras van a
arrebatarme la vida, y de una manera inconcebiblemente terrible?"
Desde ese día nunca fue el mismo. Cuando alguno de sus
cercanos, compadecido por su estado, le ofrecía apoyo para tratar de alegrarlo,
respondía rencorosamente diciendo:
- “Claro, como tú no tienes que cargar mis penas, todo te parece fácil”.
- “Claro, como tú no tienes que cargar mis penas, todo te parece fácil”.
En otras ocasiones también replicaba:
- “Tú no sabes lo que sufro, no es posible que
me entiendas...”
Y, a veces, alegaba en voz alta: - “¿Para qué me esfuerzo?
Si de todas formas...”
Y así, poco a poco, el hombre se fue encerrando en su amarga
soledad y murió mucho antes de que se cumpliera el plazo de los veinte años.
El otro hombre, al escuchar la sentencia, se asustó y
se impresionó, sin embargo a los pocos días resolvió que, como sus días
estaban contados, los disfrutaría. Con frecuencia afirmaba:
- No voy a anticipar el dolor y el miedo empezando a sufrir
desde ahora.
Otras veces decía:
- Voy a agradecer con intensidad cada día que me quede.
Y, en vez de alejarse de los demás, decidió acercarse y
disfrutar a los suyos, para sembrar en ellos lo mejor de sí
.
Cuando alguien le mencionaba su condena, respondía en
broma:
- Ellos me condenaron, yo no me voy a condenar
sufriendo anticipadamente y, por ahora, estoy vivo.
Fue así que, paulatinamente, se convirtió en un hombre sabio y
sencillo, conocido por su alegría y su espíritu de servicio. Tanto, que mucho
antes de los veinte años, le fue perdonada su condena.
Moraleja: El 99% de tus miedos no se
realizarán. Cree en tu fuerza, disfruta la libertad de ser feliz. La
verdadera libertad no está en lo que haces, sino en la forma como eliges vivir
lo que haces, y sólo a ti te pertenece tal facultad.
Autor desconocido.
Publicado por JEAC.
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