La mayor mentira del mundo es que, en determinado
momento de nuestra existencia, perdemos el control de nuestras vidas y éstas
pasan a ser gobernada por el destino.
Todo lo que está sobre la faz de la Tierra se
transforma siempre porque la Tierra está viva y tiene un alma. Somos parte de
esta Alma y pocas veces sabemos que ella siempre trabaja a nuestro
favor.
Cuando todos los días parecen iguales es porque
hemos dejado de percibir las cosas buenas que aparecen en nuestras
vidas.
Es necesario no relajarnos nunca, aunque hayamos
llegado muy lejos.
En la vida todo puede cambiar en el espacio de un
simple grito, antes de que las personas puedan acostumbrarse a ellas.
Las decisiones son solamente el comienzo de algo.
Cuando alguien toma una decisión, se zambulle en una poderosa corriente que
lleva a una persona hasta un lugar que jamás hubiera soñado en el momento de
decidirse.
Es en el presente donde está el secreto; si
prestas atención al presente, podrás mejorarlo. Y si mejoras el presente, lo que
sucederá después también será mejor. Cada día trae en sí la
Eternidad.
Quien interfiere en el destino de los otros nunca
encontrará el suyo.
Todas las personas al comienzo de su juventud
saben cuál es su Leyenda Personal. En ese momento de la vida todo es claro, todo
es posible y no tienen miedo de soñar. No obstante, a medida que el tiempo va
pasando, una misteriosa fuerza trata de convencerlas de que es imposible
realizar esa Leyenda Personal.
Dios escribió en el mundo el camino que cada
hombre debe seguir.
Los sabios entendieron que este mundo natural es
solamente una imagen y una copia del paraíso. La simple existencia de este mundo
es la garantía de que existe otro más perfecto que éste.
Dios está donde lo dejan entrar.
Sólo sentimos miedo de perder aquello que tenemos,
ya sean nuestras vidas o nuestras posesiones. Pero este miedo pasa cuando
entendemos que nuestra historia y la historia del mundo fueron escritas por la
misma mano.
Tomado de la web.
Publicado por JEAC.
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