miércoles, 27 de noviembre de 2019

El reloj


Un padre antes de morir le dijo a su hijo: "éste es un reloj que tu abuelo me dio, y tiene más de 200 años. Pero antes de que te lo entregue, te pido que vayas a la relojería del centro, y diles que quieres venderlo, así ves lo mucho que vale."
El hijo fue, luego regresó con su padre y dijo: "el dueño de la relojería me lo paga 5 dólares porque dice que es viejo."
El padre le dijo: "ve a la cafetería y pregúntale al dueño cuánto te da."
El hijo fue, luego regresó, y dijo: "también me lo paga 5 dólares papá."
"Por último ve al museo y muéstrale ése reloj al director."
Se fue luego regresó, y le dijo a su padre: "me dijo que cuesta un millón de dólares!!!
El padre le dijo: "quería hacerte saber que en el lugar correcto sabrán tu VALOR de una manera correcta. No te pongas en el lugar equivocado, y si lo haces, no te enojes si no te valoran.
Quien sabe tu valor es quien te aprecia, no te quedes en un lugar que no te conviene"

Conoce tu valor!

Autor desconocido.


Publicado por JEAC.

sábado, 16 de noviembre de 2019

¿Cuantos años no tienes?


A raíz de escuchar al señor Helios Herrera en un vídeo, me he puesto a pensar en lo que explica.
¿Cuántos años tiene usted? –pregunta- y las personas responden, según es costumbre, el número de años que han trascurrido desde que nacieron hasta la actualidad.
- Tengo veinte años, cuarenta años, sesenta y tres años…
- No. Usted no tiene esos años. Esos son los que YA NO TIENE -dice.
A veces, es conveniente que alguien te haga ver lo que crees que estás viendo, pero que lo estás viendo sin darte cuenta. O que te digan lo mismo con otras palabras u otro enfoque para que lo veas bien.
Los años transcurridos son los que ya pasamos, los que se terminaron, los que no volverán, los que se han restado de nuestra vida.
Y el consumo y la suma son imparables. Cada segundo que pasa va engordando los años que no tenemos, y nos va dejando menos por disfrutar y vivir.
Conozco varias personas que cuando leen la prensa lo primero que miran es la página donde aparecen las esquelas de los fallecimientos del día anterior, y la ojean con curiosidad pero sin reflexión.
Esas personas difuntas ya no viven, ya acabaron su oportunidad de disfrutar de la vida.
Nosotros aún seguimos, pero… ¿somos conscientes de que estamos vivos, estamos en la vida, podemos vivir?
Los años transcurridos son físicamente irrecuperables, aunque nos queden los recuerdos y las enseñanzas, pero lo importante es el ahora continuo que es la vida, el ahora que va consumiendo poco a poco lo que teníamos reservado en el almacén que llamamos futuro.
Cada segundo que pasa es un segundo menos que nos queda.
Somos capaces de coser el cojín roto porque pierde el relleno; somos capaces de arreglar el grifo que pierde gotas de agua; somos capaces de ponernos a buscar cualquier objeto que hayamos perdido, aunque sea tan simple como un alfiler, pero… ese perder continuamente los segundos… ¿lo solucionamos?
Sí, ya lo sé, la vida va a pasar y se va a gastar de todos modos, pero eso no es lo mismo vivirla que “perderla”.
Perderla es desatenderla, o no sacarle todo el jugo, o no hacer de ella un sitio digno y confortable en el que estar mientras dure, o no responsabilizarse conscientemente de ella.
Quizás deberíamos cambiar la pregunta de “¿Cuántos años tienes?” por la de “¿Cuántos años te quedan por vivir?”.
Nos podemos sorprender con la respuesta.
Quizás deberíamos dedicarle un tiempo a esta cuestión y hacer algo.
Lo que cada uno decida hacer.
Te dejo con tus reflexiones…

Tomado de la web.


Publicado por JEAC.

martes, 5 de noviembre de 2019

La vida...


La vida te desilusiona para que dejes de vivir de ilusiones y veas la realidad.
La vida te destruye todo lo superfluo, hasta que queda sólo lo importante.
La vida no te deja en paz, para que dejes de pelearte, y aceptes todo lo que ES.
La vida te retira lo que tienes, hasta que dejas de quejarte y agradeces.
La vida te envía personas conflictivas para que sanes y dejes de reflejar afuera lo que tienes adentro.
La vida deja que te caigas una y otra vez, hasta que te decides a aprender la lección.
La vida te saca del camino y te presenta encrucijadas, hasta que dejas de querer controlar y fluyes como rio.
La vida te pone enemigos en el camino, hasta que dejas de reaccionar.
La vida te asusta y sobresalta todas las veces que sean necesarias, hasta que pierdes el miedo y recobras tu fe.
La vida te quita el amor verdadero, no te lo concede ni permite, hasta que dejas de intentar comprarlo con baratijas.
La vida te aleja de las personas que amas, hasta que comprendes que no somos este cuerpo, sino el alma que él contiene.
La vida se ríe de ti tantas veces, hasta que dejas de tomarte todo tan en serio y te ríes de ti mismo.
La vida te rompe y te quiebra en tantas partes como sean necesarias para que por allí penetre la luz.
La vida te enfrenta con rebeldes, hasta que dejas de tratar de controlar.
La vida te repite el mismo mensaje, incluso con gritos y bofetadas, hasta que por fin escuchas.
La vida te envía rayos y tormentas, para que despiertes.
La vida te humilla y derrota una y otra vez hasta que decides dejar morir tu EGO.
La vida te niega los bienes y la grandeza hasta que dejas de querer bienes y grandeza y comienzas a servir.
La vida te corta las alas y te poda las raíces, hasta que no necesitas ni alas ni raíces, sino sólo desaparecer en las formas y volar desde el Ser.
La vida te niega los milagros, hasta que comprendes que todo es un milagro.
La vida te acorta el tiempo, para que te apures en aprender a vivir.
La vida te ridiculiza hasta que te vuelves nada, hasta que te haces nadie, y así te conviertes en todo.
La vida no te da lo que quieres, sino lo que necesitas para evolucionar.
La vida te lastima, te hiere, te atormenta, hasta que dejas tus caprichos y berrinches y agradeces respirar.
La vida te oculta los tesoros, hasta que emprendes el viaje, hasta que sales a buscarlos.
La vida te niega a Dios, hasta que lo ves en todos y en todo.
La vida te acorta, te poda, te quita, te rompe, te desilusiona, te agrieta, te rompe... hasta que sólo en ti queda  AMOR.

Bert Hellinger


Publicado por JEAC.