Lucila Godoy, (conocida mejor como Gabriela Mistral), escritora
chilena. Hija de un maestro rural, que abandonó el hogar a los tres años del
nacimiento de Gabriela, la muchacha tuvo una niñez difícil en uno de los parajes
más desolados de Chile. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa
local, y empezó a estudiar para maestra. En 1906 se enamoró de un modesto
empleado de ferrocarriles, Romelio Ureta, que, por causas desconocidas, se
suicidó al poco tiempo; de la enorme impresión que le causó aquella pérdida
surgieron sus primeros versos importantes. En 1910 obtuvo el título de maestra
en Santiago, y cuatro años después se produjo su consagración poética en los
juegos florales de la capital de Chile; los versos ganadores- Los sonetos de la
muerte- pertenecen a su libro Desolación (1922), que publicaría el instituto de
las Españas de Nueva York. En 1925 dejó la enseñanza, y, tras actuar como
representante de Chile en el Instituto de cooperación intelectual de la S.D.N.,
fue cónsul en Nápoles y en Lisboa. Vuelta a su patria colaboró decisivamente en
la campaña electoral del Frente popular (1938), que llevó a la presidencia de la
república a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda. En 1945 recibió el premio
Nobel de literatura; viajó por todo el mundo, y en 1951 recogió en su país el
premio nacional. De esta poetisa estos hermosos versos :
La Alegría de servir (Gabriela Mistral)
Toda naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los
corazones y las dificultades del problema.
Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú;
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, acéptalo tú.
Sé el que aparta la piedra del camino, el odio entre los
corazones y las dificultades del problema.
Hay una alegría del ser sano y la de ser justo, pero
hay,
sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
Que triste sería el mundo si todo estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.
sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
Que triste sería el mundo si todo estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos; hay pequeños servicios
que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar
unos libros, peinar una niña.
Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.
¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
Pero no caigas en el error de que sólo se hace mérito
con los grandes trabajos; hay pequeños servicios
que son buenos servicios: ordenar una mesa, ordenar
unos libros, peinar una niña.
Aquel que critica, éste es el que destruye, tu sé el que sirve.
El servir no es faena de seres inferiores.
Dios que da el fruto y la luz, sirve. Pudiera llamarse así: "El que Sirve".
Y tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada
día:
¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
¿Serviste hoy? ¿A quién?
¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
Publicado por JEAC.
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