jueves, 30 de marzo de 2017

El pleito


En una ocasión la oscuridad, alarmada, advirtió que la luz le estaba ganando terreno. Decidió ponerle un pleito a la luz, pues no podía permitir que la aventajase, ni quería que lo hiciese.
Unas semanas después se llevó a cabo la audiencia. Llegaron a la sala del juicio la luz con su abogado y el el abogado de la parte demandante, pero pasaban los minutos y la oscuridad no se presentaba. Después de un tiempo el juez falló a favor de la luz por incomparecencia de la oscuridad.
¿Qué había sucedido? Finalizada la vista, cuando los abogados abandonaban la sala, descubrieron que la oscuridad estaba afuera.
¿A qué se debió su extraño comportamiento? Pues simplemente, a que la luz impide la presencia de la oscuridad.

REFLEXIÓN:
La luz es la conciencia, la oscuridad la inconsciencia.
La estrategia consiste en disipar gradualmente la oscuridad mediante la luz, es decir, suscitar y experimentar emociones positivas capaces de desplazar las adversas. pero más aún: Las emociones negativas no son más que la ausencia de las positivas, por lo que basta con tener al alcance las positivas para que las otras no alcances a manifestarse. nada bueno nace de las emociones negativas, por el contrario, todo lo sano y hermosos procede de las positivas.

Autor desconocido.

Publicado por JEAC.


domingo, 26 de marzo de 2017

El silencio


Hay muchos estudios científicos que demuestran que el silencio es muy beneficioso para tu salud.

El ruido y especialmente sonidos de más de 30 decibelios se asocian con la hipertensión arterial, la ansiedad y el estrés. Mucha gente sale de la cama, se baña, toma un café y escucha las noticias del día y así inicia el ciclo de estrés para ese día.

El silencio baja la presión sanguínea y te permite hacerle frente a los desafíos de la vida de una manera mejor.

El silencio es como conectar tu teléfono, tu mente también necesita recargarse y lo hace más en el silencio de lo que se recarga durante el sueño.

El silencio es importante ya sea que está dentro o afuera. A veces tenemos más charla dentro de nuestra mente que el ruido que hay en el exterior. Cierra la puerta, toma unas cuantas respiraciones profundas y siéntate en algún lugar por un tiempo y simplemente ve como tu dialogo interno se vuelve menos.

El silencio permite que te encuentres, aun cuando estés inmerso entre todo el bullicio a tu alrededor. Especialmente si eres una persona ocupada, a veces tienes la sensación de ser un humano que hace en vez de un ser humano que vive. El silencio te ayudará a sentirte humano de nuevo.

El silencio refuerza tu sistema inmunológico por lo que es más fácil para que tu cuerpo pueda combatir las bacterias y otros patógenos.

El silencio te hace feliz. Pasar tiempo en silencio aumenta la química de tu cerebro y como efecto secundario ¡también es una magnifica manera de poderte enfocar mejor!

El silencio te hace ver y sentirte más joven y al mismo tiempo tener mucha más energía.

El silencio reduce el estrés (reduce los niveles de cortisol en la sangre y los niveles de adrenalina), que es la principal causa de muertes en el mundo. Añadir 30 minutos de silencio a tu día puede cambiar tu vida.

El silencio permite la regulación hormonal buena y la interacción de todos los sistemas relacionados con las hormonas en tu cuerpo.

El silencio previene la formación de placas en las arterias y por lo tanto ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.

El silencio reduce el dolor, y también ayuda a que el cerebro se vuelva más interactivo, por lo que podrás usar más áreas de tu cerebro dando lugar a mayores capacidades cognitivas.

El silencio te hace mucho más capaz de lidiar con los problemas emocionales y también reduce la soledad.

¡Sólo un poco de silencio le hará bien a tu cuerpo, mente y espíritu!

Tomado de la web.


Publicado por JEAC.

miércoles, 22 de marzo de 2017

Qué es la vejez?

Qué es llegar a ser tan viejo como usted, qué se aprende, qué se hace?

La vejez nos enseña a progresar mirando hacia lo positivo que nos ofrece un corto futuro.  Haciéndonos conscientes de que nos queda poco tiempo, nos enseña a transmitir a las nuevas generaciones los conocimientos adquiridos.

Cuando hemos alcanzado un alto nivel de conciencia, con la    vejez y la renuncia a la seducción, desanudamos las amarras que nos ligan al cuerpo, y sin negarlo, sabiendo que es el templo donde hemos habitado tantos años, respetuosos dejamos  de considerarlo nuestra identidad. A pesar de habernos programado para vivir una larga vida, por saber que ya estamos cerca del fin  somos capaces de captar la hermosura del tiempo que pasa. Cada segundo de vida nos parece un regalo sublime... Como los que sufren una enfermedad  terminal, conscientes de que disponemos de un tiempo limitado, nos contentamos con los que somos, con lo que tenemos. Dejamos de apegarnos a lo superfluo, permitimos que se esfumen las esperanzas, y al cesar las esperanzas cesa el miedo. Todo es un obsequio: las pequeñas satisfacciones, los sutiles mensajes de los sentidos, el cariño que nos baña como un bálsamo el corazón, los encuentros amables con otros seres humanos, la capacidad de servir de ayuda a los demás. Cada día es un buen día.

Envejecer no es decaer mentalmente ni convertirse en una ruina. Si nos hemos preocupado de mantener la salud de nuestro cuerpo evitando drogas  y alimentos nocivos o tomados en exceso; si nos hemos preocupado de hacer cada día un poco de ejercicio, de meditar un par de minutos diarios, de seguir aprendiendo cosas nuevas, de desarrollar frente a la impermanencia una plácida humildad, conservaremos hasta el último momento la lucidez juvenil, y gracias al estado angélico que nos produce la disminución del deseo sexual la vejez es una maravillosa etapa de nuestra vida. Quizás la mejor...

Libres de angustias, de ambiciones, de posesiones inútiles, de ilusiones irrealizables, del deseo de ser reconocidos; capaces de amar incluso a quienes nos detestan, de aceptar lo ataques y las críticas con simpatía, de silenciar el intelecto, de abrir el corazón a todas las direcciones, de ayudar a los otros a liberarse del sufrimiento. Aunque más presentes que nunca sabemos vivir como si ya hubiéramos desaparecido, gozar del supremo placer de crear artísticamente por amor a la obra y no por amor al aplauso, de colaborar en la mutación de la sociedad, de trabajar por un mundo mejor y sobre todo, de encauzar a los jóvenes hacia la liberación de la conciencia, eliminando las prohibiciones, las órdenes, las ideas estancadas convertidas en prejuicios, los miedos, las creencias sin experiencia, y los demás muros opresores inculcados por la familia, la sociedad, la cultura y la historia.

Alejandro Jodorovsky.


Publicado por JEAC.

sábado, 18 de marzo de 2017

martes, 14 de marzo de 2017

Demóstenes

El joven Demóstenes soñaba con ser un gran orador, sin embargo este propósito parecía una locura desde todo punto de vista.
Su trabajo era humilde, y de extenuantes horas a la intemperie.
No tenía el dinero para pagar a sus maestros, ni ningún tipo de conocimientos.
Además tenía otra gran limitación: Era tartamudo.
Demóstenes sabía que la persistencia y la tenacidad hacen milagros y, cultivando estas virtudes, pudo asistir a los discursos de los Oradores y filósofos más prominentes de la época.
Hasta tuvo la oportunidad de ver al mismísimo Platón exponer sus teorías.
Ansioso por empezar, no perdió tiempo en preparar su primer discurso.
Su entusiasmo duro poco: La presentación fue un desastre. A la tercera frase fue interrumpido por los gritos de protesta de la audiencia:
- ¿Para qué nos repite diez veces la misma frase? -dijo un hombre seguido de las carcajadas del público.
- ¡Hable más alto! -exclamó otro-.  No se escucha, ¡ponga el aire en sus pulmones y no en su cerebro!
Las burlas acentuaron el nerviosismo y el tartamudeo de Demóstenes, quien se retiró entre los abucheos sin siquiera terminar su discurso.

Cualquier otra persona hubiera olvidado sus sueños para siempre. Fueron muchos los que le aconsejaron –y muchos otros los que lo humillaron- para que desistiera de tan absurdo propósito.
En vez de sentirse desanimado, Demóstenes tomaba esas afirmaciones como un desafió, como un juego que él quería ganar.
Usaba la frustración para agrandarse, para llenarse de fuerza, para mirar más lejos. Sabía que los premios de la vida eran para quienes tenían la paciencia y persistencia de saber crecer.
- Tengo que trabajar en mi estilo.- se decía a sí mismo.

Así fue que se embarcó en la aventura de hacer todo lo necesario para superar las adversas circunstancias que lo rodeaban.
Se afeitó la cabeza, para así resistir la tentación de salir a las calles. De este modo, día a día, se aislaba hasta el amanecer practicando.
En los atardeceres corría por las playas, gritándole al sol con todas sus fuerzas, para así ejercitar sus pulmones.
Más entrada la noche, se llenaba la boca con piedras y se ponía un cuchillo afilado entre los dientes para forzarse a hablar sin tartamudear.
Al regresar a la casa se paraba durante horas frente a un espejo para mejorar su postura y sus gestos.
Así pasaron meses y años, antes de que de que reapareciera de nuevo ante la asamblea defendiendo con éxito a un fabricante de lámparas, a quien sus ingratos hijos le querían arrebatar su patrimonio.
En esta ocasión la seguridad, la elocuencia y la sabiduría de Demóstenes fue ovacionada por el público hasta el cansancio.
Demóstenes fue posteriormente elegido como embajador de la ciudad.
Su persistencia convirtió las piedras del camino en las rocas sobre las cuales levantó sus sueños.

Para Reflexionar: Cada uno sabe cuando realmente ha sido persistente y ha mantenido su compromiso, muchas veces en la vida, ha convertido en posible lo imposible. Nunca lo olvides.

Autor desconocido.


Publicado por JEAC.

viernes, 10 de marzo de 2017

No se puede...














No se podrá lograr!

“Alguien dijo que no se podía lograr, pero él respondió con una risita:
Que quizá no se podría lograr, pero que él no lo diría… hasta que no lo hubiera intentado”.
Así que se abrochó con firmeza el cinturón, dejando ver una leve mueca en su rostro. Si estaba preocupado, lo escondió muy bien.
Si se puede. Comenzó a cantar al emprender la obra que no se podía lograr, y así lo hizo.
Alguien dijo en tono de burla: “Nunca podrás hacerlo, por lo menos, hasta ahora nadie lo ha podido hacer”.
Pero él se quitó la chaqueta, se despojó de su sombrero, y sin pensarlo mucho emprendió manos a la obra…
Son miles los que te dicen que no se puede lograr. Son miles los que profetizan el fracaso; son miles los que te señalan, uno por uno, los peligros que hay en el camino. Pero tú, con una leve mueca en el rostro, abróchate con firmeza el cinturón, quítate la chaqueta y manos a la obra.
Comienza a cantar mientras atacas aquello que no se puede lograr, y lograrás hacerlo.
Debemos enseñar a nuestros hijos a soñar con los ojos abiertos.

Autor desconocido.


Publicado por JEAC.

lunes, 6 de marzo de 2017

Haz de tu vida algo extraordinario


Doña Rosa era una ascensorista de un viejo edificio de juzgados que usualmente estaba congestionado de visitantes, los cuales, asustados, perdidos, molestos, afanados o simplemente apáticos, esperaban atiborrarse en uno de los viejos ascensores.
Cuando se abría la puerta, la multitud que salía empujaba a la que quería entrar, armando un caos que se repetía en casi todos los pisos; además del calor y los olores concentrados en el elevador.
 
A pesar de esto doña Rosa cuidaba su máquina como si fuera la más fina y valiosa.
Cada mañana, ella brillaba las partes metálicas y la aseaba lo mejor posible.
De todas maneras andaba sonriente y entusiasta, saludaba y despedía al abrir las puertas, disfrutaba sorprendiendo a sus viajeros frecuentes al recordar sus nombres, hacía bromas para que la gente sonriera, y respondía de buena gana a toda clase de preguntas.
Aparte de eso vendía papel oficial, sellos de correo, y en sus pocos ratos libres le encantaba tejer ropa para bebés.
Un día alguien le preguntó cómo podía permanecer tan contenta en esa clase de trabajo incómodo, rutinario y mal pagado.
A lo que ella contestó: 
- Muchas personas creen que yo actúo así por la gente, pero en realidad lo hago por mí.
Cuando trato bien a mis pasajeros me siento satisfecha, si los ayudo, la mayoría me trata bien y me aprecia.
- Sé que mi ascensor es viejo y mal mantenido, -continuó-, pero cuando lo limpio y lo brillo, me estoy cuidando a mí misma, porque aunque no es mío, vivo en él muchas horas de mi vida y si lo trato bien, me va a servir mejor.
- ¿Y todos los otros ascensoristas piensan así? -le preguntaron-.
- No, -respondió-, algunos de mis compañeros piensan que su tiempo de trabajo no les pertenece a ellos.Dicen que es el tiempo de la empresa. Parecen ausentes, es como si murieran a las ocho de la mañana y resucitaran a las seis de la tarde.
Suponen que trabajando de mala gana van a maltratar al jefe o a otros, cuando en realidad es el tiempo de su vida, algo que nunca van a recuperar.

Para reflexionar:  Qué fácil es convertir lo ordinario y lo rutinario en algo divertido y extraordinario.
Todos los días puedes hacerlos diferentes.
Las actividades y las personas se vuelven aburridas cuando le quitas el corazón a lo que haces.
¿Cómo podrías hacer más extraordinaria tu vida?
La aventura no está en lo que haces , sino en cómo lo haces.

Autor desconocido.


Publicado por JEAC.

miércoles, 1 de marzo de 2017

La vida es un Carnaval

Transcribo a continuación un muy buen artículo sobre el Carnaval escrito por la cineasta Verónica Córdova y publicado en el diario La Razón del domingo  26 de Febrero de 2017. Vale la pena leerlo.

Es posible que no exista en nuestro país una festividad tan sonada como el Carnaval.
Se celebra en el Oriente con comparsas, pintura y reinas; se celebra en Occidente con diablos, caporales y espumas; se celebra en el campo con pinquillos y guerra de frutas; se celebra en las minas con wilancha y con dinamitas.
El Carnaval es el único feriado largo, del que gozamos en el año. Comienza, en realidad, el viernes por la tarde, cuando la mayoría de las oficinas y centros de trabajo se cierran para las challas que se adelantan al martes. Aunque pensándolo mejor, comienza mucho más atrás: desde los convites de noviembre, desde las precarnavaleras de enero, desde el desentierro del pepino, desde los reventones de Compadres y Comadres.
Nadie se queda fuera del festejo: incluso los que huyen del alboroto y celebran su soledad y su descanso en plácidas campiñas o elegantes piscinas, están celebrando el Carnaval a su manera.
Para el pensador ruso Mikhail Bakhtin, el Carnaval es un momento en que las culturas pierden su autosuficiencia y se abren a la posibilidad de ser una entre muchas; es el momento en que la vida se descentraliza y los roles se subvierten: el oscuro oficinista se convierte en Rey Moreno. La modesta muchacha muestra piernas, calzones y escotes. El comerciante deviene diablo y la ama de casa diablesa. Hasta el más centrado de los ciudadanos pierde la compostura y bebe, baila, come, disfruta y (cuando se puede) moja a quién se le pone al frente. Los autos se guardan, la ciudad vibra en sus calles. Las bandas tocan en turnos de doce a veinticuatro horas. Los paceños van a Cochabamba, los cruceños bailan en Oruro, los cochabambinos se maravillan ante el Carnaval cruceño. Nadie trabaja (salvo los que venden comida, espumas, cerveza...)
Al final del desenfreno y la fiesta las familias se reúnen para adornar sus casas con serpentinas, globos de colores, humos propiciatorios y cohetillos celebratorios. Se espanta las envidias y las maldades, se agradecen las propiedades, se comparte la prosperidad y se desea al vecino un año lleno de bendiciones.
Nuestro Carnaval es lindo: vibrante, colorido, divertido y emocionante. Nadie le va a quitar lo bailado a los cientos de miles que se congregan en plazas y calles para disfrazarse y bailar, en honor a la Virgen o al Tío, en fraternidad con su grupo de vecinos, compañeros de trabajo o amigos. Y este año en particular, el Carnaval es todavía mejor porque nos ayuda a olvidar (por lo menos unos días) la división, la protesta, la violencia, la desconfianza y la mentira.
Lo único que puede hacer que el Carnaval se convierta de celebración en tragedia es que nos pongamos a consumir alcohol sin medida ni clemencia -como pasa cada año y en casi cada fiesta-. ¡Cuándo vamos a poder festejar sin tener que necesariamente perder la conciencia? ¿Cuándo vamos a recordar un Carnaval por lo bien que la pasamos y lo mucho que bailamos, y no por las lágrimas de nuestros hijos asustados o por las barbaridades hechas y dichas por culpa de los tragos que teníamos encima?
Si el Carnaval es alegría, tratemos de que lo siga siendo aún después de pasada la fiesta.

Verónica Córdova.


Publicado por JEAC.