Doña Rosa era una ascensorista de un viejo
edificio de juzgados que usualmente estaba congestionado de visitantes, los
cuales, asustados, perdidos, molestos, afanados o simplemente apáticos,
esperaban atiborrarse en uno de los viejos ascensores.
Cuando se abría la puerta, la multitud que salía
empujaba a la que quería entrar, armando un caos que se repetía en casi todos
los pisos; además del calor y los olores concentrados en el elevador.
A pesar de esto doña Rosa cuidaba su máquina como si fuera la más fina y valiosa.
Cada mañana, ella brillaba las partes metálicas y la aseaba lo mejor posible.
A pesar de esto doña Rosa cuidaba su máquina como si fuera la más fina y valiosa.
Cada mañana, ella brillaba las partes metálicas y la aseaba lo mejor posible.
De todas maneras andaba sonriente y entusiasta,
saludaba y despedía al abrir las puertas, disfrutaba sorprendiendo a sus
viajeros frecuentes al recordar sus nombres, hacía bromas para que la gente
sonriera, y respondía de buena gana a toda clase de preguntas.
Aparte de eso vendía papel oficial, sellos de correo, y en sus pocos ratos libres le encantaba tejer ropa para bebés.
Aparte de eso vendía papel oficial, sellos de correo, y en sus pocos ratos libres le encantaba tejer ropa para bebés.
Un día alguien le preguntó cómo podía permanecer
tan contenta en esa clase de trabajo incómodo, rutinario y mal
pagado.
A lo que ella contestó:
- Muchas personas creen que yo actúo así por la
gente, pero en realidad lo hago por mí.
Cuando trato bien a mis pasajeros me siento satisfecha, si los ayudo, la mayoría me trata bien y me aprecia.
Cuando trato bien a mis pasajeros me siento satisfecha, si los ayudo, la mayoría me trata bien y me aprecia.
- Sé que mi ascensor es viejo y mal mantenido,
-continuó-, pero cuando lo limpio y lo brillo, me estoy cuidando a mí misma,
porque aunque no es mío, vivo en él muchas horas de mi vida y si lo trato bien,
me va a servir mejor.
- ¿Y todos los otros ascensoristas piensan así?
-le preguntaron-.
- No, -respondió-, algunos de mis compañeros
piensan que su tiempo de trabajo no les pertenece a ellos.Dicen que es el tiempo
de la empresa. Parecen ausentes, es como si murieran a las ocho de la mañana y
resucitaran a las seis de la tarde.
Suponen que trabajando de mala gana van a maltratar al jefe o a otros, cuando en realidad es el tiempo de su vida, algo que nunca van a recuperar.
Suponen que trabajando de mala gana van a maltratar al jefe o a otros, cuando en realidad es el tiempo de su vida, algo que nunca van a recuperar.
Para reflexionar: Qué fácil
es convertir lo ordinario y lo rutinario en algo divertido y extraordinario.
Todos los días puedes hacerlos diferentes.
Las actividades y las personas se vuelven aburridas cuando le quitas el corazón a lo que haces.
¿Cómo podrías hacer más extraordinaria tu vida?
La aventura no está en lo que haces , sino en cómo lo haces.
Todos los días puedes hacerlos diferentes.
Las actividades y las personas se vuelven aburridas cuando le quitas el corazón a lo que haces.
¿Cómo podrías hacer más extraordinaria tu vida?
La aventura no está en lo que haces , sino en cómo lo haces.
Autor desconocido.
Publicado por JEAC.
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