miércoles, 6 de marzo de 2013

Días de Colegio 3

¿Quién no se enamoró alguna vez de su maestra? Ahora después de tanto tiempo y recordando lo que fue para mi aquél primer año de colegio en el kinder, descubro que sí…que yo también estaba enamorado de mi primera maestra…de su dulzura, de su paciencia de su forma de enseñar. Además ya conté que la Miss Teresa, como la llamábamos, era una señora muy linda. Que feliz me puse al recordar aquella época y descubrir mi amor por mi maestra y tener plena conciencia de que aquello no era nada malo y más bien algo muy común entre los muchachitos de esa edad.

Encontré una canción de autoría de Joan Manuel Serrat grabada solamente en Catalán y que titula “Canco per a la meva maestra”, y luego de buscar mucho pude dar con la traducción al idioma español. Era como yo me lo imaginaba…un canto a los primeros años de colegio y que se aviene muy bien a lo que estoy tratando de relatar en esta serie de Días de Colegio. Como anillo al dedo vino esta canción y aquí la pongo para solazarnos con la poesía de Serrat y recordar más de aquellos años maravillosos:

Canción para mi maestra (Joan Manuel Serrat)

Érase una vez... usted, maestra,
y su mundo de tintero y banco,
pizarra y delantal blanco.
Buenos días, por la mañana, nos decíais, en pie
entre dos fotografías y una cruz,
una oración y una canción
y un beso en la mejilla.

Buenos días, maestra...

Pero usted nunca supo, maestra,
que cuando quería que cantara
que tres por una eran tres
mis ojillos arañaban francamente
las rodillas que púdicamente
usted apretaba y apretaba,
pero un número no vale
lo que una piel rosada.

A pesar de que nos hacía ir a la iglesia
y me quitaba el regaliz aquél
era un mundo pequeño y maravilloso,
un mundo de tizas de colores
que usted pintaba
y usted borraba...
Sólo usted, rodeada de curas,
le daba la razón de llamarse "niños"
a un mundo de cuatro palmos.

Y si alguna vez piensa en mí, maestra,
que de sus ojillos azules
nazca siempre aquella paz
que me hacía un poco más dulce la escuela
y que no se le haga un nudo en la garganta
diciendo: «qué han hecho...», «a dónde
han llevado a mi puñado de pequeños...»

porque usted no sabía, maestra,

que el mundo es siempre el mundo,
que el hombre siempre es el hombre,
pero no es lo mismo
su olor,
¡ay! maestra,
que el aire de la calle.

JEAC.

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