Con cada respiración, se inhalan 1022 átomos del universo. Este
volumen astronómico de materia prima penetra en su cuerpo desde el medio
ambiente y se transforma rápidamente en las células del corazón, los huesos, los
riñones e hígado. Por consiguiente, por cada exhalación, se liberan la misma
cantidad de átomos de cada parte del cuerpo. En sentido literal, se exhalan
trocitos y piezas del corazón y los riñones.
Desde el punto de vista técnico, compartimos nuestros órganos
con otras personas todo el tiempo, y no solo con nuestros contemporáneos sino
con todos los que han vivido. Según cómputos matemáticos de isótopos
radiactivos, puede demostrarse sin sombra de duda que en este mismo instante, en
su cuerpo físico, tiene millones de átomos que una vez estuvieron en el cuerpo
de Jesús, de Buda, de Gengis Kan o de Leonardo Da Vinci o de Miguel Ángel.
En las últimas dos semanas, un cuatrillón de átomos ha pasado a
través de su cuerpo y también lo ha hecho por los de todos los seres vivientes
de este planeta.
En menos de un año, el 98 por ciento de los átomos de su cuerpo
cambian por completo. Esto incluye los de ADN, que conservan la memoria de
millones de años de evolución. La materia prima de ADN –carbono, nitrógeno,
hidrógeno y oxígeno- viene y va cada seis semanas, como las aves
migratorias.
El poeta Walt Whitman escribió: “Cada átomo que te
pertenece también me pertenece” . Tal vez lo pensara como una metáfora, pero es
la verdad”.
D. Chopra
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