Era una madre sabia y generosa. Un día, le dio a su hijo mil
monedas de oro para que con ellas consiguiera lo que quería para su vida. Él las
recibió con una emoción mezclada entre el entusiasmo y el miedo. Fue de compras,
vio un automóvil muy grande y lento para su gusto y de una calidad técnica que
dejaba mucho que desear; sin embargo lo compró.
Fue después a una joyería y encontró unos diamantes mal
cortados y montados en anillos inapropiados y a pesar de esto, pagó una gran
suma por ellos. Organizó fiestas a las que invitó personas que conocía, pero que
no disfrutaba de su compañía.
Con el pasar del tiempo, este hombre antes alegre y lleno de
ilusiones, se fue convirtiendo en alguien amargado y quejumbroso. Años después
se acercó de nuevo a su madre y le dijo:
- Madre, ¿qué habré hecho tan mal que vivo tan infeliz?
La madre le respondió:
- No es lo que has hecho hijo; es lo que sigues haciendo, aún en este preciso instante.
- ¿A qué te refieres?- preguntó el hijo.
Y afirmó la madre en un tono sereno y comprensivo:
- Tú usaste tus recursos y tu energía, para llenarte de lo que no querías, en vez de enfocarte en lo que querías. Ahora me preguntas: ¿qué he hecho mal? Podrías preguntar en cambio, ¿qué he hecho bien? o ¿cómo puedo mejorar lo que tengo?
- No te entiendo. dijo confuso el muchacho.
La madre respondió:
- Las monedas que te di, son como la energía o los recursos de tu vida; los puedes gastar en enfocarte en todo lo que no te gusta y a tu juicio podría ser diferente. O puedes elegir enfocarte en lo que quieres, en lo que te gusta, en lo que valoras, en lo que sueñas, no en lo que temes. Enfocarte en lo que has logrado, no en lo que te falta.
- Madre, ¿qué habré hecho tan mal que vivo tan infeliz?
La madre le respondió:
- No es lo que has hecho hijo; es lo que sigues haciendo, aún en este preciso instante.
- ¿A qué te refieres?- preguntó el hijo.
Y afirmó la madre en un tono sereno y comprensivo:
- Tú usaste tus recursos y tu energía, para llenarte de lo que no querías, en vez de enfocarte en lo que querías. Ahora me preguntas: ¿qué he hecho mal? Podrías preguntar en cambio, ¿qué he hecho bien? o ¿cómo puedo mejorar lo que tengo?
- No te entiendo. dijo confuso el muchacho.
La madre respondió:
- Las monedas que te di, son como la energía o los recursos de tu vida; los puedes gastar en enfocarte en todo lo que no te gusta y a tu juicio podría ser diferente. O puedes elegir enfocarte en lo que quieres, en lo que te gusta, en lo que valoras, en lo que sueñas, no en lo que temes. Enfocarte en lo que has logrado, no en lo que te falta.
Si piensas en tus miedos, crearás tus miedos. Si piensas en tus
sueños, los harás realidad. La vida hijo mío, te da los recursos para hacer y
vivir lo que quieras, y tú puedes usarlos para crear lo que quieres o lo que no
quieres. Si te enfocas en lo que no quieres, cuando despiertes, te habrás
perdido de disfrutar mucho de lo que realmente quieres para tu vida.
Autor Desconocido
Publicado por JEAC.
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