sábado, 29 de junio de 2013

50 Años de "Rayuela"


















El 28 de junio de 1963 salía de imprenta la transgresora "Rayuela", la obra del argentino Julio Cortázar que inauguraría el fenómeno del Boom Latinoamericano. 

Rayuela es un juego que los niños juegan en las calles y en las escuelas y consiste en avanzar en unos cuadros dibujados en el piso.

A propósito de la celebración de los 50 años de la primera edición de esta hermosa novela, presento algunas opiniones al respecto.

** Silvia Hopenhaym.
Para mí, "Rayuela" es el trazado de la vida de otros. Y sin embargo, a cincuenta años de su publicación, se ha convertido en la ficción de nuestra identidad (o la identidad de nuestra ficción).
Rayuela es un juego maravilloso del que nadie sale ganador, pero sí ganando –que no es necesariamente lo mismo; un partido que jugó (o se jugó) "nuestra" generación perdida, tan fascinante y angustiada como "la" generación perdida de los escritores estadounidenses que estuvieron en París entre la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión (Pound, Hemingway, entre otros).
Algunos años después, Cortázar vivió en la misma ciudad y por mucho tiempo. También por allí anduvieron Mario Vargas Llosa, Augusto Roa Bastos, Alejo Carpentier. Cada uno lidiando con la historia de su país, en plena combustión de anhelos personales. Cortázar entonces, era un ¿exiliado?, ¿un eximido? Sin duda partió de la Argentina, por convicción y algo de felicidad, concienzudamente decidido. Disconforme con el gobierno de Juan Domingo Perón, en 1951 se llevó todos los libros por escribir a Francia.
Rayuela es la novela total de su traslado, aunque él la definió como la tentativa de llevar a la escritura toda una vida. En la estructura del libro aparece esta idea del aquí y el allá, o sea del "todo" en un mismo libro. La novela se divide en tres partes itinerantes: "Del lado de allá", "Del lado de aquí", "De otros lados". Hay que rebotar en el océano para entender sus saltos. Sí, Rayuela se puede leer (y se juega) a los brincos. Y así lo hace Cortázar en su tablero del amor y del azar.

** Romina Freschi
¿Novela experimental? ¿Novela intelectual? ¿Historia de amor? ¿Búsqueda frenética de pasiones diversas –en el arte, en la mujer, en la ciudad? En todo caso Rayuela fue su modo de vivir no ya "de" sino "en" la literatura. Y nos invita a todos a hacerlo.
Cortázar entendió como nadie que la novela es una experiencia de la discontinuidad. En su extrema libertad, "la novela no tiene leyes, como no sea la de impedir que actúe la ley de gravedad y el libro se le caiga de las manos al lector".
Hay aquí una relación muy fuerte con el lector, quien debe ser cautivado. Y ya desde su primera página, con su "tablero de dirección", "Rayuela" plantea una provocación. Juguemos, claro, pero también viajemos… Si es posible recorrer la novela siguiendo el tablero de dirección como un mapa donde se registran los dos recorridos que propone su autor, también es posible elegir otros recorridos e ir dejando marcas de esos otros viajes posibles en los que la lectura y la vida son sinónimos de la experiencia como traslación, travesía y merodeo (¿llegaremos al cielo? ¿dónde estará la Tierra?)
El inolvidable comienzo de "Rayuela" en el que Oliveira busca por las calles de París a La Maga me lleva directo a Nadja de Bretón, en cuanto a que en ambas novelas hay una búsqueda del otro que se realiza de manera azarosa, y conlleva un viaje de autoconocimiento, como un juego de espejos. Y los espejos redundan en "Rayuela": el lado de acá se encuentra también del lado de allá, Oliveira y La Maga se reflejan en Traveler y Talita, Morelli imita a Cortázar, el lector es para Cortázar un doble del autor, escribe la novela al leerla.
Cortázar utiliza el procedimiento de la duplicidad para iluminar los distintos aspectos de la humanidad compartida de sus personajes (lector y autor incluidos) y con ello reluce la relación con el otro, única vía para la continuidad y también para el conocimiento de uno mismo. Esta proyección de uno mismo sobre el otro es la que se establece con un mandala.
Y Mandala fue uno de los posibles títulos que Cortázar pensó para "Rayuela". 

**Tomado de BBC Mundo.

JEAC.

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