miércoles, 18 de abril de 2018

Partidas y llegadas


Cuando observamos, desde la playa, a un velero alejarse de la costa, navegando mar adentro, impelido por la brisa matinal, estamos frente a un espectáculo de rara belleza.
El barco, impulsado por la fuerza de los vientos, va ganando el mar azul y nos parece cada vez más pequeño.
No pasa mucho tiempo y solo podemos contemplar un pequeño punto blanco en aquella línea remota e indecisa donde el mar y el cielo se encuentran.
Quien observa al velero hundirse en la línea del horizonte, ciertamente exclamará: "ya se fue". ¿Se habrá hundido? ¿Evaporado? No, ciertamente. Apenas lo perdemos de vista.
El barco continúa del mismo tamaño y con la misma capacidad que tenía cuando estaba próximo a nosotros.
Continúa tan capaz como antes para llevar al puerto de destino las encomiendas recibidas. El velero no se evaporó, tan solo no podemos verlo más.
Sin embargo, él continúa lo mismo. Y tal vez en el preciso instante que alguien dice: "ya se fue", habrá otras voces, más voces del otro lado, que afirman: "¿allá viene el velero!!!"
Así es la muerte.
Cuando el velero parte, llevando la preciosa carga de un amor que nos fue muy querido, y lo vemos hundirse en la línea que separa lo visible de lo invisible, decimos: "ya se fue".
¿Se habrá hundido? ¿evaporado? No, ciertamente. Apenas lo perdemos de vista.
La persona que amamos continúa lo mismo, sus conquistas permanecen dentro del misterio divino de la Vida.
Nada se pierde, tan solo el cuerpo físico, del que ya más no necesita. Y es así que en el preciso instante en que decimos "ya se fue", del otro lado un otro dirá: "ya está llegando". Llegó al destino llevando consigo las conquistas hechas durante la vida.
En la vida, cada uno llevamos nuestro cargamento de cuanto hemos dado y amado y recibido, entre vicios y virtudes, aciertos y desaciertos: son nuestra conquista del Amor hecho Vida.
La vida está hecha de Partida y Llegada. De idas y venidas. Así lo que para unos es la Partida, para otros es la Llegada.
De esta manera, un día, todos nosotros partimos, como veleros hechos para siempre que somos, al encuentro de Aquél que nos creó.

Tomado de la web.


Publicado por JEAC.

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