sábado, 8 de agosto de 2009

Como nunca y para siempre



Recuerdo a Coco Manto allá por los años 60 en un programa radial que se llamaba “La revista Cascabel del aire”. Junto al conocido Quirito hacían las delicias de la gente efectuando mordaces críticas a los gobiernos de turno. Después del derrocamiento del gobierno de J.J. Torrez el año 1971, se fue exiliado a México donde luego se quedó a radicar, perdiendo nosotros durante muchos años, a un gran poeta y periodista. Luego tuvo esporádicas visitas a Bolivia y siempre demostró que no había perdido su perfil revolucionario. El Domingo último me sorprendí con una publicación suya en la revista Siete Días del periódico Cambio y me pareció tan importante esta su participación que la transcribo ahora en su totalidad por la claridad que tiene para los tiempos políticos que vamos viviendo.

Como Nunca y para Siempre (Coco Manto)

Plurinacional Bolivia, somos 36 naciones
originarias y enhiestas del
oriente al occidente.

País de manos dispuestas al trabajo
y al progreso con impulso de torrente:
nueva gente, antiguo temple.

Patria en amor recobrada, con espíritu
omnisciente, al fin caminamos
juntos como nunca y para siempre.

¿Como fue nuestro reencuentro después
de 500 años de estar en el mismo
mapa mirándonos como extraños?

¿Quién fue el que dio el primer paso,
el saludo musitado con desconfianza
y al aire por temor a otro rechazo?

Será mejor no saberlo en el tiempo y la
distancia, si ya somos uno mismo
uncidos en la esperanza.

Digamos que este destino común que
nos endilgamos se debe a la democracia,
a su ejercicio asumido en igualitarios tramos.

Cuando se fundó la patria se hizo para
pocos hombres; no se convocó a los
indios ni se mentaron sus nombres.

Ahora nos hallamos juntos al comienzo de
la aurora, unidos justo en la
hora en que hay racismo por moda.

Sin olvidar el pasado amparemos al
gobierno que tiene palabra cierta y
ostenta mando certero.

Somos pueblo puesto a prueba de
convivencia sincera; somos 36 maneras de
abordar el territorio desde su adentro y afuera.

No será fácil lograr el hermanamiento al tiro.
Detrás de la identidad hay
resquemores de antiguo.

Cada lengua originaria tiene su fondo y
trasfondo cultural y abigarrado, y
hay que respetarle el modo.

Para el caso el castellano será nexo
irrevocable, puente firme y sostenido
entre los hombres que lo hablen.

De esto se trata el futuro pluricultural que
sabe. Somos gente diferente,
pero no gentes ajenas a la Bolivia viable.

La patria no es una herencia de nuestros
padres ni abuelos, es préstamo de
los hijos en su confín sempiterno.

De hablarnos con la verdad se tratará
la victoria. Si fuimos su geografía,
ahora seamos su historia.

Y aquí no tendrán cabida los lacayos
mediáticos, los "lame" que llama el
pueblo a los falsarios fácticos.

Los "lame" que en la TV lamen la mentira
adrede, lamen-tables analistas
que con su rencor no pueden.

¿Quién quiere ese periodismo que no dice,
por ejemplo, que Bolivia es
territorio libre de analfabetismo?

Abajo la libertad del periodista que ignora
cada día la noticia del pueblo
recuperado en su primicial conquista.

¿Que significa la patria para el escriba que
alquila su letra a la grey
nefasta y deviene "periodasta"?

¿A quién sirve aquella prensa al decir que
una matanza hecha en nombre del
pasado no ocurrió en El Porvenir?

Puede que vengan más sardos
mercenarios a rompernos la unidad territorial.
Igual se irán derrotados.

Vendrán por el gas, el litio, el cobre,
el estaño, el hierro, ignorando
que el mayor recurso rico es el pueblo.

Plurinacional Bolivia, atrás quedarán
los siglos de la espada y el
desprecio si ahora ya andamos contigo.

Entre la noche y la aurora hay un abismo
pasable porque asumimos,
Bolivia, que la vida es una sola.

La patria no acaba en Pando, allí comienza
la patria; sube y sube
serpenteando a coronarse en nevadas.

De regreso va la gente del altiplano hacia
el llano, la diáspora migrante
para probar el silencioso verdoso desde temprano.

Somos 36 naciones originarias y enhiestas
y vamos a conocernos en el trabajo
y las gestas del cariño y sus propuestas.

Tendrán que irse los caciques y los
acaparadores remisos y artificiales.
La tierra es nuestra y el río corre vital y a raudales.

Los bolivianos de arriba bajan a tierra
caliente y este 6 de agosto marca la fecha
que da la vida para merecerse siempre.

La soledad del salar guarda el atónito litio,
el gas respira en el Chaco tras la guerra,
otras riquezas velan armas bajo tierra.

Las demasiadas estrellas y la poca población
se administran con el cielo:
collas, cambas y chaqueños persisten en su desvelo.

Pluriétnica y multilingüe será la patria
que crea en Tumpa y en el Ajayu,
espíritus de la selva y del ande. Que así sea.

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