sábado, 29 de agosto de 2009

Un grito de ida y vuelta



Escuché este hermoso poema de Armando Tejada Gomez por primera vez, allá por el año 1968 en la voz del recordado Benjo Cruz, en una audición del Show de Los Sábados de Radio Méndez. Después tuve oportunidad de escucharla varias veces más, en la propia voz de Armando Tejada Gomez y de otros artistas argentinos, pero siempre me quedó en la mente aquella fabulosa interpretación de “Benjo”.

El poema nos habla de la realidad que vivía La Argentina en aquellos años y que sirve no solo para ese país, sino para toda Latinoamérica, y ahora, quién lo diría, se mantiene vigente luego de 40 años. Solo hace falta “andar” un poco el país para darse cuenta de las realidades que nos cuenta Tejada Gomez. En mi mente sigue dando vueltas aquella interpretación de Benjo Cruz e inclusive recuerdo que en el lugar donde originalmente se dice “Y en Inglaterra, a Borges lo nombraron doctor honoris causa”, el decía: “Y en un ramy las señoras de la zona sur batieron records de recaudación”.

Ayer volví a escucharlo esta vez en la voz de Tejada Gomez y volvieron a mi mente los viejos y queridos tiempos del Teatro Causa, cuando un grupo de jóvenes de El Alto sin partido político de por medio, luchaba por la democracia de su país……


Un grito de ida y vuelta
de Armando Tejada Gómez

Es de andar el paí­s que traigo el rostro
azotado de polen, azotado por un mapa desmedido,
por una enormidad de olvido largo.

Pasan las estaciones como tumbas
mientras los trenes pasan
desvaneciendo ranchos y chilcales
y regiones de arena interminable.

A veces queda en la pupila, ardiendo,
la sal de una mirada
donde la muerte talla en la pobreza
algún niño de trapo,
y aquella vasta soledad que crece
en la geografí­a del espanto.

Vengo de andar paí­s.
No impunemente
tengo un paí­s delante.
Su gaviota a mi puerta. Sus raí­ces
de guitarra en la sangre.

Por ser nomás, no soy.
Soy si me incumbe
entera su distancia.
Ando territorial y amaneciendo
en el velamen de su madrugadas,
protagonista de su luz enorme
como una llamarada.

Por eso cuando vuelvo no me puedo
el silencio que me traigo.
De ver el paí­s por dentro no me caben
los ojos en la cara:
rostros y voces, nombres y apellidos
me acosan preguntando
por el futuro que jamás empieza,
por la reforma agraria,
por las postergaciones y el bochorno
del latifundio rata,
por el sometimiento que nos urden
a espaldas del alba,
por el miedo animal que merodea
con sus brujas gendarmes,
por los niños que crecen casi inermes
entre tanta mentira organizada,
entre décadas de hambre y de desprecio
y discursos y salmos
que no cree ni Dios,
porque ayer mismo
un niño murió de hambre
y en La Rural un toro batía todos
los records de subasta
y en Inglaterra a Borges lo nombraron
doctor honoris causa.

Por eso cuando vuelvo demolido
de ver a mi paí­s crucificado
estalla en mi guitarra como un grito
el silencio que traigo.

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