miércoles, 4 de agosto de 2010

Desfiles del 4 de Agosto

Como recuerdo aquellos lejanos 4 de Agosto de cada año, cuando estando en colegio todos nos preparábamos afanosamente para el tradicional desfile escolar de aquél día. Cuando estaba en el colegio American School empezamos a participar de estos desfiles por las fiestas Patrias, desde el sexto del ciclo primario y durante todo intermedio. Eran fines de los hermosos años 60 y nuestra participación era mínima frente a los grandes colegios de aquellas épocas como el Díaz Villamil, el Bolívar o el Ayacucho entre los fiscales y el Don Bosco y La Salle entre los particulares que se destacaban por sus bandas de guerra. Nosotros éramos todavía un colegio chico y en los primeros años, sin banda. Recuerdo que tratábamos de ubicarnos detrás de algún colegio con una gran banda para marchar al son de sus acordes. En esas épocas el desfile escolar se lo hacía desde la avenida Montes, bajando la Mariscal Santa Cruz, siguiendo con el Prado, dando la vuelta en la plaza del estudiante tomando nuevamente el Prado de subida, nuevamente la Mariscal Santa Cruz, San Francisco hasta llegar a la Pérez Velasco y entrando por la Comercio rematar el desfile en la Plaza Murillo desconcentrando luego en las calles adyacentes. Una ruta un poco cansadora pero plena de alegría, anécdotas y sobre todo los famosos “chequeos” a las alumnas de los colegios de señoritas. Era hermoso ver aquella gran cantidad de guardapolvos blancos y uniformes escolares desfilando con gran unción cívica por la querida patria que nos vio nacer. Al terminar el recorrido en vez de retirarnos a nuestras casas, nos ubicábamos entre el público asistente que era numerosísimo para ver pasar a los colegios que faltaban hacer su paso por la plaza Murillo. En particular nos interesaba ver a los colegios que destacaban por sus bandas y también ver a los distintos liceos de señoritas y a los colegios Santa Ana, Inglés Católico, Sagrados Corazones, Lourdes, Rossa Catorno y otros que eran exclusivos de mujeres y que tenían para entonces a lo mejorcito del género femenino entre sus aulas. No faltaban las ricas salteñas para saciar el apetito producido por la larga marcha y solo después que pasaba el último colegio, nos retirábamos a nuestros domicilios, felices por haber asistido al gran desfile y por haber observado el paso de muchos colegios. No faltaban las rivalidades entre los grandes colegios que a veces terminaban en amagos de pelea y corridas por las calles pero sin que la sangre llegara al río.

Hoy me pregunté si los desfiles seguirían manteniendo aquella magia que tenían en nuestros años de juventud…yo creo que sí…cada generación tiene su particular encanto y una de las cosas lindas que tiene los años de escolar es precisamente esto: sus desfiles…

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