miércoles, 18 de diciembre de 2013

El nacimiento de Jesús (Parte 2 de 2)

Aunque la tradición nos ha llevado a creer que Jesús nació en el primer año de nuestra era, lo cierto es que no fue así, ni mucho menos, si nos atenemos a los únicos datos conocidos sobre el particular, eso es a las informaciones vagas y contradictorias reseñadas por sus biógrafos, Mateo y Lucas, que, además, situaron el domicilio habitual de José y María en dos lugares diferentes y muy distantes entre S: Belén (Judea) y Nazaret (Galilea). El mismo Lucas relata en su texto el nacimiento de Jesús en dos fechas distintas, una en el año 6-7 d. C. y otra en el 4 a. C. De esta forma un mismo evangelista, en las cuatro primeras paginas de su texto, dató el nacimiento de Cristo en dos fechas separadas entre S por un mínimo de 10 años. Mateo fijó el nacimiento de Jesús "en los días del rey Herodes" (Mt 2, 1) y, por tanto, antes del año 4 a. C., durante el cual murió el monarca judío.

Los principales expertos actuales fechan el nacimiento de Cristo entre el año 9 y 5 a. C., habiendo un gran consenso alrededor del año 7 o 6 a. C., lo sitúan en el contexto de la población judía de Palestina, y piensan que Jesús residió en Nazaret (Galilea), hasta la edad de cuarenta años, poco más o menos, trabajando en el oficio familiar de carpintero albañil hasta que lo dejo para ir al encuentro de Juan el Bautista, tras lo cual inició el corto período (alrededor de 2 años) de vida pública que relatan los Evangelios.

Si bien el lugar exacto del nacimiento de Jesús no se sabe, ya que los evangelista callan al respecto, una tradición cristiana tardía dio por cierta la suposición de que el nacimiento tubo lugar en alguna de las muchas cuevas calizas que existen en las cercanías de Belén. Habiendo sobrevenido el nacimiento de Jesús, según la tradición católica, mientras sus padres estaban refugiados en una cueva que contenía un pesebre por todo mobiliario, y estando aparentemente faltos de medios materiales y de calefacción (era invierno en esa zona), aparecen en escena los dos personajes infaltables en los pesebres, el buey y el asno, que con su aliento calentaron devotamente al niño recién nacido. Esto es aceptado por la Iglesia, a pesar de que no figura en ninguno de los Evangelios, sino que figura en el evangelio apócrifo (no oficial) denominado Pseudo Mateo, del cuál proviene el relato en el que esta basado el pesebre que adorna todos nuestros árboles de Navidad.
La concepción de Jesucristo, nueve meses antes, según lo cuenta Mateo (Mt 1. 18-25) fue así: María y José estaban desposados, pero todavía no convivían. María, que era virgen, se halló concebida del Espíritu Santo. José siendo un hombre justo no quiso denunciarla como adultera, sino que resolvió repudiarla en secreto. Y, según cuenta Mateo, mientras reflexionaba sobre esto, se le apareció en sueños un ángel y le dijo que no temiera recibir en su casa a María, su esposa, ya que lo concebido en ella era obra del Espíritu Santo. También le dijo, que daría a luz un hijo al que deberían ponerle de nombre Jesús, porque salvaría a todo su pueblo de sus pecados. Y José hizo todo lo que el ángel le mando.

José, el carpintero, fue uno de los hombres más injustamente tratados por la historia cristiana. En las primitivas representaciones de la familia de Jesús, aparecía como un hombre joven, fuerte y sin barba, pero como consecuencia del inicio del culto a María, la figura del carpintero fue postergada y relegada al papel de encargado de aprovisionar de alimento a la familia. 

Las diferencias que aparecen entre los relatos del nacimiento hechos por Mateo y Lucas (Marcos y Juan ni siquiera se ocupan de ello) pueden deberse a que ambos no se conocieron jamás y escribieron sus evangelios en tierras muy diferentes (Egipto y Roma respectivamente), por lo que adornaron su narración sobre Jesús inspirándose en leyendas ya existentes pero que gozaban de diferente prestigio en un lugar u otro; por eso Mateo tiño de orientalismo el nacimiento de Jesús mientras que Lucas se adaptó a tradiciones míticas que eran más creíbles a la capital del imperio Romano. Las diferencias más notables son las omisiones en el relato de Lucas de la estrella de Belén, los reyes magos, etc., mientras que esto aparece en Mateo. Por su lado Mateo omite el canto que los ángeles hacen a los pastores para que fueran a adorar a Cristo.

Recopilado de la web.

JEAC.

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