sábado, 8 de mayo de 2021

Verdades vs. mentiras

 

Verdades vs. mentiras: la guerra cultural e ideológica en las redes sociales.

 Cada mañana, tras cumplir con algunas actividades caseras y atender cuestiones relacionadas con mi trabajo, enciendo mi computadora y accedo a Internet. La pandemia, además del necesario aislamiento social, me ha impuesto algunos cambios inevitables en mi vida, al igual que en la de los demás.
   Abro Google y busco algunas fuentes noticiosas, espacios de análisis, de opinión, comentarios nacionales y foráneos, noticias e información diversas que no alcancé a escuchar en la revista Buenos Días, o para completar y seguir otras en desarrollo de las que supe gracias a En clave mediática, Telesur Noticias, Agenda Abierta, El Mundo Hoy, y otros programas del canal de televisión multiestatal de noticias que tiene como eslogan "Nuestro Norte es el Sur".
   Después, voy a las redes sociales. La primera reacción en Facebook es la de bajar la cabeza, esquivar la bala que me espera desde horas antes de mi conexión. Es un verdadero campo de batalla al que me acabo de sumar desde la pantalla de mi ordenador. Y, como un guerrero más, intervengo en esta guerra cultural más que digital. 
   La siguiente reacción consiste en pensar que es mejor cerrar Facebook, que es preferible destinar tiempo y recursos a ver una película, a abstraerme del mundo que me rodea, no comentar, no convertirme en blanco de ofensas, amenazas, calumnias y acoso. Algo en mi interior me dice que le haga caso al general Resóplez: "¡No os dejéis provocaarrr!". Pero no puedo ser sino seguidor de Elpidio: "¡Eso habría que verlo, compay!", les digo a los enemigos de mi pueblo, mirando a la pantalla de la computadora, como mismo hago en las calles o cualquier otro escenario. Y le pido al corneta que toque "¡A degüello!", y cargo al machete por ¡Viva Cuba Libre!, por ¡Patria o Muerte!, "que no es lo mismo, pero es igual".
   Esos que, como Media Cara, reconocen que han traicionado muy duro pa' ganarse ese dinero, no podrán callarme. Quienes persiguen herir la cultura nacional, quienes imponen una guerra de símbolos a la vez que defecan envueltos en nuestra bandera, el más sagrado de nuestros símbolos, o arrastran la enseña patria por las calles de Miami, no conseguirán vencerme.
   Quienes persisten en lacerar las sensibilidades de los cubanos, minar las bases ideológicas sobre las que se levanta el espíritu de rebeldía y de resistencia, de patriotismo y de libertad de los hombres y mujeres nacidos en esta tierra, no doblegarán a un pueblo culto e insumiso.
   Las tropas enemigas llevaban años acomodándose en el terreno elegido, ocupando a priori las posiciones que consideran más convenientes para el ataque antes de que llegáramos los patriotas, independentistas y revolucionarios a defender la Patria, la Revolución y el Socialismo, a la vez que comunicamos nuestras ideas, verdades y razones. No hablo de elevaciones o pendientes, valles o costas, cuencas o embalses de agua potable.
   Las herramientas tecnológicas que sustentan las redes sociales, la generación de contenidos para imponer imágenes consumistas y la filosofía de que lo único válido es el éxito entendido como la acumulación de riquezas, son armas empleadas por anexionistas, neoplatistas y mercenarios en esta batalla de ideas. Constato una vez más que nunca el mundo fue tan desigual en las oportunidades que brinda y tan igualitario en las costumbres que impone.
   Mientras el capitalismo de nuestros días vive un proceso globalizador que no significa el triunfo universal y definitivo de este sistema, como tampoco la abolición de las contradicciones entre las clases sociales o entre países y regiones, ni la cancelación de las transformaciones revolucionarias, ni la supresión de las ansias de libertad de los pueblos, o que todos las naciones tengan que aceptar un cierto patrón de conducta en su política interna y externa, descubro otra matriz de mentiras, ignominias y manipulaciones diseminada por las redes.
   Me enfrento a nuevas infamias y falsedades. O las mismas, camufladas, edulcoradas, maquilladas. Verifico otra campaña para intentar promover la inestabilidad política y la pretensión de derrocar el gobierno revolucionario en mi país y en otros más distantes, pero también incómodos para el imperio hegemónico. Pero, además, compruebo que tantos recursos, años de asedio, bloqueos y sanciones no han logrado quebrar la voluntad de una nación libre e independiente.
   Cada vez que acudo a las redes sociales, identifico una nueva campaña de subversión e intoxicación ideológica, o visualizo aún en lontananza los humos de la última, ya derrotada y en retirada sus supervivientes, sin haber logrado sus propósitos. Estas cruzadas de la desinformación y las Fake News son promovidas por agencias y entidades estadounidenses. Persiguen calumniar a la Revolución, confundir al pueblo, engañar a los amigos de Cuba en el exterior, restar solidaridad, desprestigiar a la nación y a sus dirigentes.
   A ella se suman mercenarios, apátridas, anexionistas e ingenuos que han logrado manipular, con la esperanza de fomentar el desánimo y la desidia, de hacer crecer la inconformidad y dañar la moral de los cubanos. Aquellos que aplauden el bloqueo y toda medida que tome los Estados Unidos contra la Mayor de las Antillas, son los primeros en aprovechar las dificultades, la escases de medicinas, de alimentos y otros productos que el cerco económico, comercial y financiero contra Cuba provoca, para emponzoñar las redes sociales y culpar a nuestros líderes y al Socialismo por un supuesto fracaso y de incapacidad para proteger a la población.
   En esta era de la posverdad, la mentira y la calumnia persisten y son combatidas a diario con inteligencia, con argumentos, con la Verdad. Como no pueden rebatir estas verdades con falacias que les son desmontadas una a una, el recurso más recurrente es la amenaza, el acoso, el insulto, la diatriba. Es así como el mundo sopesa ambas posturas, analiza las dos ideologías en pugna, compara las razones de los ejércitos enfrentados en el campo de batalla. Es así como millones de personas pueden palpar la perseverancia, la voluntad de resistencia de un pueblo empeñado en construir una sociedad más justa, soberana y socialista.
   "¿Qué puede hacer un país pequeño, con una cultura joven y agredido por el país hegemónico en Internet, con las redes sociales digitales si quiere seguir siendo independiente y a la vez desarrollarse, sino aprender, aprender y aprender sobre las redes sociales de Internet? ¿Y cuáles son los medios para eso sino su extendido sistema educacional, universal y gratuito, su sistema de medios de comunicación públicos y el tejido institucional y comunitario que abarcan sus organizaciones sociales?", preguntó el intelectual Iroel Sánchez en un artículo recientemente.
    Y aconsejó: "Aprovechar todas las oportunidades posibles para el aprendizaje masivo, dar respuestas más culturales que administrativas, contar siempre con la inteligencia y la cultura política del pueblo cubano y movilizarlas desde el conocimiento, es lo que está en la tradición de las victorias revolucionarias en Cuba; vale que sea también nuestra guía en esta guerra que es tecnológica, pero primero que todo cultural".
   Hablo de la propia red social desde la que ya combato y elimino a mi primer contendiente del día. Sí, la red social es un adversario más, siempre presta a sancionarme por defender la Verdad, siempre dispuesta a notificarme que mi libertad de expresión está siendo pisoteada y que mis palabras infringen las normas comunitarias. Y mientras me castiga a pasar los próximos 30 días sin poder participar en ningún otro combate o escaramuza, o sea, sin poder enarbolar mis razones y argumentos, que son los de un pueblo, mis enemigos mantienen intactos sus mensajes que incitan al odio y a la violencia, mensajes que yo nunca he expresado, pero por los que sí he sido sancionado.
   Para los enemigos de Cuba todo vale en esta lucha  ideológica: le silencian los canales a Internet de la televisión y la radio, sufren de tener baja visibilidad sus periódicos y medios virtuales de comunicación ante el mundo, cierran cuentas digitales de los que defienden la Revolución. Sin embargo, a pesar de estar en desventajada, de haber llegado tarde cuando el campo ya estaba ocupado, observo espacios ganados, terrenos arrebatados al contrario. Distingo la alegría del triunfo en los rostros de mis compañeras y compañeros de guerra. Reparo en las importantes victorias alcanzadas a fuerza de Verdad.
   No cierro Facebook ni me retiro del campo de combate. En esta batalla de ideas, comparto nuestra realidad con todos los que quieran asomarse a ella, defiendo los valores y principios que nos identifican, preservo nuestra cubanía y raíces más profundas. En la guerra cultural e ideológica que libra el pueblo cubano contra los imperialistas y sus lacayos, internos y externos, levanto el escudo de la unidad y de la resistencia; de los sentimientos patrióticos, de soberanía, independencia y libertad. Esgrimo la espada de la Verdad.

Por Ariel Lemes Batista

Publicado por JEAC.

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