miércoles, 15 de julio de 2009

Mis recuerdos de La Paz 9



EL KOLLA


De los habitantes de las ciudades que conozco, ninguno tan enigmático y distinto a los demás como el kolla. Es sin duda la esencia del ser boliviano, mantiene durante toda su vida sus costumbres y ama sus raíces profundamente. He aquí lo que nos cuenta Diez de Medina sobre el “estilo kolla”:

“El poblador de la hoya es incomprensible, parece no tener otra ley que su capricho. Muda bruscamente de ánimo, opera por la sorpresa. Gusta o disgusta definitivamente, ignora la media tinta. Aquí las leyes de convivencia, la amistad misma, se sujetan a constante alteración. Nada es estable. Se diría que manejar hombres en la hoya es como pretender esculpir montes, porque cada cuál se empina sobre su deseo con soberbia indiferencia de cima aislada; mas esas cimas se aproximan en firme solidaridad a la hora decisiva. Pueblo-cóndor, de vuelos y sopores increíbles. No proceden por reglas ni por hábitos, mas por medio de bruscas intuiciones. Nunca se puede saber que piensa el paceño, porque la reserva es el blasón del hombre andino…. El kolla es delicado, el kolla es rudo, el kolla es abierto y desconfiado a un tiempo mismo. Emprende las más difíciles tareas o se niega a realizar las más sencillas. Y un rasgo de lealtad signa sus actos, cuando se entrega, se entrega por entero; cuando recela su desvío es absoluto. Tiene la franqueza agresiva de sus montes o el desdén silencioso de sus insólitos vacíos. … Alma de mil pliegues y repliegues, accidentada como su contorno físico, el kolla es incomprensible al primer contacto. Callado, emprendedor, solitario, propenso a la hurañía por hábito de bastarse a si mismo y no por hosquedad congénita. A veces reconcentrado en sus ideas, esquiva el saludo, se pasa de largo rumbo a impenetrables fines: no quiere hablar con nadie. Pero esa soledad de montaña, que acumula fuerza y levantados ideales en silencio, suele estallar con plutónica energía; entonces el andino comunica aliento creador, es hondamente solidario con el drama humano, capitanea. Cargado de electricidad como la hoya, el paceño sabe cuando y como movilizará sus bríos retenidos; porque es fuego, el antiguo fuego cordillerano, el que circula por sus venas. En constante lucha con la naturaleza; organizando y modificando su morada; escalando cerros, sorteando quebradas, atajando tierras que se deslizan; enjaulando el río que socava la quebrada, el kolla quiere ser y hacer muchas cosas simultáneas; de aquí su aparente volubilidad, su mudanza de ánimo y de objeto, que en el fondo es ansia de huída y rebeldía frente al escenario trastornante. Por influjo del aire enrarecido, saturado de emanaciones eléctricas, tiene el andino nervios muy aguzados, siempre alerta, reactivos, aunque suele simular indiferencia. Sus humores prontos y mudables, delatan una mansedumbre aparente y una fiereza esencial.

Al desorden telúrico, corresponde la tempestad organizada del poblador. ¿Como explicar esos grandes movimientos humanos de Julio, el mes de los kollas, que sacude y da sentido a la historia nacional? Es el zarpazo de la tierra que el montañés lleva escondido y que una vez en marcha nada puede contener. Porque kolla es un anhelo de justicia, un viento de libertad, un ritmo de progreso; la energía latente que solo exige estímulos concretos para manifestarse. Por esto un buen conductor hará cosas muy grandes, con este pueblo fuerte y animoso que solo pide ser impulsado a grandes fines…. Estilo kolla es la fidelidad a la tierra, el culto religioso al ancestro, la pasión por el rincón donde se nace y se perece, aunque unas alas imperiosas piden vuelo rápido y certero a nuevos horizontes. Estilo kolla es la metálica dureza del que persiste en su tarea. Kolla, el hijo de la montaña, quiere decir también: el primero. Y aunque sus orígenes son tan remotos que nadie les divisa comienzo, kollao – tierra alta – quiere también significar antigüedad, sabiduría. Por eso se dice que el carácter nacional está templado en la fiereza kolla”:

No hay comentarios:

Publicar un comentario